Un día de pesca

El otro día (viernes, 17 de agosto) por fin cumplimos un deseo que mi abuelo tenía desde hacía tiempo: llevarnos a pescar. Fuimos al pantano de Maidevera, cerca de Aranda del Moncayo, y allí nos explicó cómo montar la caña, cómo lanzarla y cómo reaccionar a la picada. Aún sacamos un par de carpas (que devolvimos al agua) con la suerte del principiante. 

Mariete, que mira que le cuesta estarse quieto, se sentó un buen rato sin quitar ojo al corcho esperando a que picará algún pez, mientras que yo preferí recorrer la orilla del pantano con mi madre y con mi abuela Azu buscando cucharillas de pesca olvidadas. Gracias a mi madre, que siempre encuentra cosas curiosas por donde mira, encontramos también una costilla y un montón de piedras partidas por la mitad, que bautizamos como "puzles geológicos" y que terminamos llevándonos a casa (junto con las cucharillas).   

El éxito del verano

Y todo empezó con mamá diciéndole a papá que tenía brócoli en la barba...

Foto de familia

Un deseo: que nos duren siempre las ganas de hacer el tonto.

Caída del primer diente de Mariete

A Mario se le ha tenido que caer el primer diente, con siete añazos que tiene, en Portugal. Nos hemos ido de Onthecorner, como estos últimos veranos, y ¡zas! Un diente menos. Suerte ha tenido que parece ser que el ratoncito es internacional y le ha dejado 10€ (por ser el primer diente), dinero que ha invertido en un cojín con forma de sardina. La fecha, para la posteridad: martes, 7 de agosto de 2018. Ponte de Lima, Portugal.

Mateo y sus cosas

-Mateo: Mamá... ¿Tú puedes tener un hijo dándote besos y eso?

-Mamá: Sólo dándome besos, no...
-Mateo: ¿Y puedes tener hijos cuando quieras?
-Mamá: Cuando quiera... no. Tengo que quedarme embarazada y eso no siempre es inmediato.
-Mateo: Es que yo quiero que te quedes embarazada...
-Mamá: Pero los papás no queremos tener más hijos, cariño
-Mateo: Jo, es que sería guay... ¡porque serías como una bolsa de Star Monsters, que nunca sabes qué Star Monster te va a salir!

Las amenazas de Mario

Mario, con cinco años que tiene ya, no puede ser más terco. Como algo o alguien le contraríe, se enfurruña, protesta, chilla y patalea. Y al mismo tiempo, no puede tener más talento para el escaqueo. Hace como que hace pero, realmente, no hace nada. Al final soy yo quien termina recogiendo los juguetes o poniendo la mesa mientras mi madre se desgañita como una loca y repite frases típicas de madre como "¡Que te lo he repetido 80 veces!" (y siempre son 80). Y, encima, no me libro de llevarme también algún que otro grito y reprimenda...

El caso es que ahora Mario, que además de todo lo anterior es más teatrero que Shakespeare, a la mínima que se le reprocha algo monta un drama: "¡No me gritéis que me pongo muy triste!". Lo último es lanzar amenazas... Como ya de por sí no calla (es un tostón), ahora se le ha ocurrido "amenazar" a mis padres con lo siguiente: "¡Si me gritáis os voy a preguntar todo el rato cosas que no sabéis!". Genio y figura, Mariete (aka "Peluchito").

El primer diente

¡Por fin se me ha caído el primer diente! Fue el 8 de octubre pero, cuando se me cayó... ¡no me enteré! Lo perdí en el patio del colegio y, aunque todos mis amigos me ayudaron a buscarlo, la cosa estaba difícil... Por si acaso, mi profesora me hizo un justificante para el Ratoncito Pérez. Sin embargo, mi amiga Jimena lo encontró durante la actividad extraescolar y lo pude poner debajo de la almohada. Por la mañana me encontré un mecano para montar un helicóptero. ¡Mi primer regalo del Ratoncito!