Antes de que ya esté aquí, anunciaré que en breves voy a tener un hermanito (es el de la foto). Y si digo en breves, es en breves, porque mi mamá ya lleva un tripón descomunal. Y lo cuento ahora que aún no ha salido más que nada para que no parezca que es algo que me da completamente igual (aunque ya sé que he tenido nueve meses para contarlo y hacerlo casi cuando ya está aquí tampoco denota demasiado interés...).
Si lo cuento es principalmente porque, una vez que salga, supongo que algunos de mis posts tendrán que ver con él, digo yo. Si no, menudo rollo será eso del hermanito. De hecho, me da a mí que tendré que compartir el blog con él (como tantas otras cosas...) y dejarle que él mismo cuente sus historias.
De momento, ya me he tenido que pasar del pañal al calzoncillo (y no me ha costado mucho, todo hay que decirlo) y pronto tendré que empezar a caminar más porque será él quien necesitará ir en carro y mamá no puede llevar a los dos. Yo no digo nada porque a mis papás se les ve ilusionados pero, de momento, yo a esto del hermanito no le veo ninguna ventaja, la verdad.
Por cierto, mi hermanito se va a llamar Mario. Esta vez fue papá quien tuvo que elegir el nombre entre los que apuntaron mis papás en una lista y anda que no le costó. De hecho, Mario en la lista está tachado, pero con ese se quedó al final.
Y poco más os puedo contar de él, porque aún no le conozco. Cuando salga, os lo presento. Yo, hasta entonces, voy a seguir haciéndome el lonchas para que parezca que no me entero mucho y disfrutando de mi reino, que me da a mí que en breves pasará a República. ¡Ay, qué duro me da a mí que va a ser ese cambio de status!