Pues sí, Mario ya está aquí. Nació el 3 de mayo y, unos días después, llegó a casa con mis papás. Llegó dormido y sentado en una cosa un poco rara, y lo primero que dije cuando lo vi fue: "Cuando se despierte, bajará de ahí y nos iremos a jugar a los trenes". Después me di cuenta de que la cosa no iba a ser tan fácil, porque Mario sólo come (mucho), llora y duerme.
La llegada del hermanito no la estoy llevando muy mal, pero reconozco que echo en falta que mis papás, en especial mi mamá, me haga tanto caso como antes. Por eso a veces me porto un poco mal y ya no quiero hacer cosas que antes hacía solito, como comer, pero supongo que se me pasará. De momento, a mis papás los estoy llevando un poco "de culo". Pero, jorobas, tendrán que entender que dejar de ser el rey de la casa de un día para otro no es algo fácil de llevar. Tendrán que darme un poquito de tiempo para asimilarlo.
Con Mario, sin embargo, me llevo muy bien. Le llevo juguetes, le doy besitos y caricias, le canto... A ver si crece pronto y podemos hacer más cosas juntos porque, aunque me hace gracia, ahora es un poco rollo...