Ayer fui por primera vez a ver un partido de fútbol. Había pasado muchas veces frente al campo y siempre tuve curiosidad por saber qué había ahí dentro. Así que ayer, aprovechando que se celebraba un partido benéfico, mi padre decidió llevarme. Era por una buena causa, la entrada no costaba mucho y, si me cansaba a los diez minutos, la pérdida tampoco habría sido lamentable.
El domingo anterior ya lo habíamos intentado, y de hecho fuimos hasta el campo, pero al llegar a la puerta mi padre se enteró de que el partido era al domingo siguiente y nos tuvimos que volver a casa. Mi padre y su cabeza.
Esta vez nos acompañaron un amigo de mis papás y su hijo, con el que me llevo bastante bien, así que la cosa estuvo entretenida. Al partido le prestaríamos atención diez minutos (lo que más me gustó fue las actuación de unos paracaidistas que cayeron sobre el campo), pero después nos pusimos a jugar con los coches entre las gradas y nos lo pasamos pipa.
Al volver a casa, mi madre me preguntó cómo habían quedado y yo le contesté que bien. A mi mamá debió de hacerle mucha gracia la respuesta porque casi se me come a besos.
El domingo anterior ya lo habíamos intentado, y de hecho fuimos hasta el campo, pero al llegar a la puerta mi padre se enteró de que el partido era al domingo siguiente y nos tuvimos que volver a casa. Mi padre y su cabeza.
Esta vez nos acompañaron un amigo de mis papás y su hijo, con el que me llevo bastante bien, así que la cosa estuvo entretenida. Al partido le prestaríamos atención diez minutos (lo que más me gustó fue las actuación de unos paracaidistas que cayeron sobre el campo), pero después nos pusimos a jugar con los coches entre las gradas y nos lo pasamos pipa.
Al volver a casa, mi madre me preguntó cómo habían quedado y yo le contesté que bien. A mi mamá debió de hacerle mucha gracia la respuesta porque casi se me come a besos.