El otro día (viernes, 17 de agosto) por fin cumplimos un deseo que mi abuelo tenía desde hacía tiempo: llevarnos a pescar. Fuimos al pantano de Maidevera, cerca de Aranda del Moncayo, y allí nos explicó cómo montar la caña, cómo lanzarla y cómo reaccionar a la picada. Aún sacamos un par de carpas (que devolvimos al agua) con la suerte del principiante.
Mariete, que mira que le cuesta estarse quieto, se sentó un buen rato sin quitar ojo al corcho esperando a que picará algún pez, mientras que yo preferí recorrer la orilla del pantano con mi madre y con mi abuela Azu buscando cucharillas de pesca olvidadas. Gracias a mi madre, que siempre encuentra cosas curiosas por donde mira, encontramos también una costilla y un montón de piedras partidas por la mitad, que bautizamos como "puzles geológicos" y que terminamos llevándonos a casa (junto con las cucharillas).