Tengo tres años y siete meses y ya sé leer. Escribir también, aunque me cuesta un poquito más porque las letras aún me salen raras. Unas grandes, otras pequeñas, unas rectas, otras torcidas... algunas, incluso, al revés.
En
el colegio también aprendo inglés y, el otro día, lo mezclé todo escribí "piña" en inglés con
las letras magnéticas de la nevera. Mis papás le hicieron una foto
porque les gustó mucho y, aunque quisieron dejarlo en la nevera unos
días, Mario, en un momento de despiste por nuestra parte, se encargó de
mandar todas las letras al carajo.
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