miércoles, 8 de octubre de 2014

el fantasma


Durante meses, vivió con nosotros un fantasma que cada mañana me dejaba mensajes escritos en el tazón del desayuno. Los escribía siempre en el microondas, mientras se calentaba la leche, y se referían a las cosas que me esperaban en el día o que habían sucedido. Se enteraba de todo, el muy cotilla. 

Si algún día me iba a dormir a casa de mis abuelos, el tazón se venía conmigo, no fuera a ser que el fantasma quisiera decirme algo y no pudiera, porque mis abuelos no tienen un tazón como este.

Algunas veces, incluso, le dejaba escrita una pregunta en el tazón y, a la mañana siguiente, aparecía escrita la respuesta.

Con el tiempo, el fantasma dejó de escribirme y yo dejé de esperar sus mensajes. Quizás yo me hice mayor y el fantasma decidió buscar a otro niño con quien jugar.  

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