Hoy he ido a probar las clases de dibujo a una academia y este ha sido el resultado. Me ha gustado mucho, así que repetiré. Mi tía Maricarmen ya se ha pedido quedarse con la obra de arte pero mi mamá le ha dicho que tururú, que se ponga a la fila y tenga paciencia (mi tía Maricarmen siempre se pedía, y conseguía muchas veces, los cuadros que pintaba mi mamá). Además, el primer dibujo reconocido debería ser para mis yayos, que son quienes me van a pagar las clases... (trato familiar). Es un poco rollo porque mi mamá tiene que llevarme, quedarse con mi hermano lo que dura la clase y volver a recogerme, pero como saben que me gusta lo hace sin protestar. Ya veremos con el tiempo si Mario tampoco protesta...
martes, 13 de enero de 2015
Bicis para dos (septiembre 2014)
Aquí estamos la pareja talibán en el Decathlon buscando una bici para Mateo. Va a ser su regalo de cumpleaños (de parte de los yayos) y, de rebote, yo heredaré la suya. Así podré aprender a pedalear de una vez y dar el salto de triciclo cutre a bici como es debido.
Nota: haciendo honor al gorro de pirata que llevo, después de que nos sacaran esta foto tuve a bien atropellar a mi madre con la bici y hacerle un moratón en la pierna del que aún le queda marca.
Nota: haciendo honor al gorro de pirata que llevo, después de que nos sacaran esta foto tuve a bien atropellar a mi madre con la bici y hacerle un moratón en la pierna del que aún le queda marca.
Pepo (agosto 2014)
¡Por fin hemos ganado a Pepo! Pepo es ese calcetín naranja que Mario mira con cara de espanto. En el pueblo en el que veraneamos, Alcocebre, se coloca un pequeño teatro de marionetas que, al principio, pedía la voluntad después de cada función. Sin embargo, un año decidieron mejorar su plan de ingresos con la genial idea de sortear a Pepo antes de cada representación, a un precio de dos euros la papeleta. Teniendo en cuenta que el precio de coste de cada Pepo no debe superar los dos euros, que las funciones duran diez minutos, que hacen como mínimo unas diez o quince al día y que los niños que las disfrutan (y que quieren su papeleta) se cuentan por decenas, no es mal negocio.
Así que Pepo se ha convertido en el objeto de deseo de los veraneantes. Por un lado, los niños desean llevarse el muñeco y, por otro, los padres desean que les toque cuanto antes para no dejarse la paga extra en papeletas. Este era nuestro tercer año en el intento (sin haber invertido hasta entonces demasiado en él, todo sea dicho) y conseguimos llevarnos a Pepo a la segunda, casi de casualidad y porque pasábamos por allí. Damos fe de que el grito de alegría que dio mi madre cuando salió el 63 se escuchó en todo el municipio y en gran parte de la provincia de Castellón.
Mario va al cine
Esta es mi cara la primera vez que fui al cine, en diciembre de 2014. La película elegida fue "Los pingüinos de Madagascar" y me acompañaron mi mamá, mi hermano, mi amigo Juan y su papá, Miguel. Aunque ya había ido al teatro varias veces, mi madre tenía sus dudas de que fuera a aguantar toda una película sin cantearme (porque en casa no lo hago). Sin embargo, me puse en modo espectáculo (piernas en paralelo, manos cogidas en plan abueleta) y no me meneé apenas, y eso que la peli a ratos era un poco liosa. Por supuesto, me gané repetir la experiencia y voy camino de ser un cinéfilo experimentado.
Mario y los cabezudos (octubre 2014)
Quiero ir a ver a los cabezudos. Quiero ir a ver a los cabezudos. Quiero ir a ver a los cabezudos.
Y luego resulta que me llevan a ver a los cabezudos por pesado y me cojo un choto nada más verlos que para qué. Mi cara lo dice todo. Pero me encantan, ¿eh?
Mateo en horas bajas
Ten madres para esto, que te sacan a traición. Ese día me quedé en casa porque había vomitado por la noche y me encontraba fatal. A mitad de mañana me vine a arriba y le dije a mi madre que me quería levantar. "Pues levántate", me dijo. Y yo os prometo que lo intenté, pero no pasé de donde me veis. Y ahí me quedé hasta que mi madre, ya mosqueada por que no aparecía, vino a ver qué pasaba. Bien poco le costó ir a por el teléfono para inmortalizar el momento...
Spidergarfio y su hermano
Pues así vamos por casa, oye. Comodidad ante todo. Luego me empeñé en acostarme también con el disfraz y a las cuatro de la mañana vomité (lo mismo fue por una lipotimia). Mis padres se pusieron muy contentos de tener que quitar vomitina del traje de un Spiderman que parecía más haberse pasado con las cervezas que otra cosa.
Descontrol
A nuestra madre no le da la vida. No hay más que ver que la anterior entrada a esta es del 8 de octubre y estamos a 13 de enero. Por eso, lo que suba la pobre a partir de ahora puede remontarse a años atrás y no tener orden ni concierto. No se lo tengáis en cuenta porque hace lo que puede y todo con mucho amor, pensando en que en el día de mañana no encantará poder ver y leer nuestras aventuras de cuando éramos pequeños. Nosotros y toda la raza humana con Internet.
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