Mis papás están convencidos de que mi futuro laboral está en Ikea. No como diseñador, ni como jefe de planta, ni como dependiente. Mi futuro está en ser probador. ¿No dicen en su publicidad los de Ikea que abren los cajones 12.000 veces seguidas para asegurarse de que funcionan a la perfección? ¿No someten a los muebles a múltiples presiones y zarandeos? Pues ahí es donde entro yo: a abrir y cerrar, a golpear y a zarandear hasta la saciedad. Sería un trabajador ejemplar e incansable. Pim, pam, pim, pam... todo el día.
martes, 15 de septiembre de 2009
martes, 1 de septiembre de 2009
la playa
En agosto he conocido la playa. El año pasado también estuve pero dentro de la tripa de mamá, así que no cuenta. Mi primer contacto con el agua y con arena fue un poco extraño, la cosa no terminaba de convencerme. Pero a la arena, poco a poco, fui cogiéndole el gusto: podía tocarla, cogerla, soltarla, rebozarme como una croqueta... ¡y sin que mis papás me dijesen nada! Con el mar, sin embargo, no terminé de llevarme del todo bien; las olas me sobrepasaban constantemente la cabeza, entre sacudidas y tragos de agua salada, y me gustaba mucho más estar fuera del agua que dentro. Mis papás probaron también metiéndome en una barca que me había regalado mi tía-abuela Maricarmen pero, a la mínima, la barca se volcaba y yo volvía a tragar agua otra vez. Yo al segundo intento ya vi que eso no iba a tener ninguna gracia, pero mis papás aún tardaron dos o tres días en darse cuenta... El año que viene, como ya seré mayor y más alto, seguro que me lo paso mejor.
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