Ahora estamos aprendiendo sobre el universo y el sistema solar en el colegio y me pego el día cantando esta canción, para alegría de mis padres. Y viendo vídeos, leyendo libros... todo lo que tenga que ver con el universo, me interesa. Porque yo soy así: si me pongo a aprender sobre algo, lo aprendo bien. Hasta el último detalle. Por eso me sé un montón de dinosaurios, todos los huesos del cuerpo... Y, ahora, me toca aprender sobre los planetas. Menos mal que sólo son nueve. Bueno, ocho.
martes, 26 de febrero de 2013
jueves, 14 de febrero de 2013
primera herida de guerra
Alguna vez tenía que pasar. Llevo jugando al límite media vida y antes o después me tenía que tocar mi primera herida gorda: seis puntos de sutura, ni más ni menos.
La faena es que, con la de cosas arriesgadas que he hecho, he tenido que hacerme la herida del modo más tonto: carrera, tropezón y choque.
El susto gordo se lo llevó mi yaya Azu, que era quien estaba conmigo y con mi hermano en el parque el día de autos (31 de enero). Mi papá estaba trabajando y mi madre, por una vez en su vida, de viaje en Madrid. Ya es casualidad.
Mi pobre yaya tuvo que coger un taxi a toda prisa para llevarme a Urgencias mientras yo sangraba y lloraba desconsolado y mi hermano Mateo no sabía muy bien qué es lo que iba a pasar. Cuenta mi abuela que cuando me metieron en el quirófano para coserme (mi padre ya había llegado), yo llamé a toda la familia y mi hermano sólo pedía que le aseguraran que no iban a dejarme allí.
Después, cuando me vio con el zurcido, algo que él asocia a criaturas terroríficas, empezó a gritar asustado: "¡se va a convertir en un monstruo!, ¡va a ser un monstruo!". Menos mal que mamá, cuando llegó a casa, le enseñó las cicatrices que tiene desde pequeñita, y que apenas se le notan, y se quedó más tranquilo (aunque ya lo estaba).
Mi mamá estaba un poco preocupada porque se me quedara mucha cicatriz y mi yaya Nieves hasta preguntó si me iban a hacer cirugía estética (anda, la abuela...) pero ya me han quitado los puntos y casi ni se me nota. Y yo, ni me acuerdo. Vuelvo a vivir al límite.
miércoles, 13 de febrero de 2013
adiós, cuna; hola, cama
Desde Año Nuevo duermo en cama de mayor.
Este
cambio ha supuesto varias cosas, principalmente que monto bastante
juerga con mi hermano cuando no tenemos muchas ganas de dormir, que en
mi caso es prácticamente cada noche. A mi hermano le hace gracia un
rato, pero después ya no tanta. A veces incluso pide a mis padres que
nos separen las camas para poder librarse de mí.
Yo,
sin embargo, me lo paso pipa subiendo y bajando, hasta que caigo
rendido y me duermo de cualquier manera, como podéis ver en las fotos.
Mis
padres, pasadas unas horas desde que nos acuestan, siempre entran con
gran curiosidad a ver en qué lugar y postura me encuentran.
Misteriosamente, además, aunque me colocan en mi camita, al rato
regresan y me encuentran de nuevo en la cama de mi hermano. Qué cosas.
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