jueves, 22 de agosto de 2013

Disfraz de puercoespín


¿A que mola? Dejé a mi madre sin pinzas pero pasamos un buen rato. Empecé yo, poniéndome pinzas en la camiseta, y terminé colocando pinzas a toda la familia. Mario fue quien más se resistió pero, al final, se resignó y me acompañó en el juego. Fue divertido ver como, tras un rato con las pinzas puestas, mis padres se olvidaron de que las llevaban y continuaron con sus labores domésticas como si nada disfrazados de puercoespín.

Manualidades culinarias

Cuando me porto bien, pido a mis padres que me hagan una sorpresita. Ya sé que pedir una sorpresa no es lo que procede, ya que estas deberían darse voluntariamente y no por coacción pero, qué queréis que os diga... yo las pido y me funciona. 

El caso es que eso supone que mis padres tengan que romperse la cabeza y darme sorpresas con el yogur de postre o, como hoy, con la merienda. Ellos se quejan, pero en el fondo les hace gracia y se entretienen con la tontería. Eso sí, a mi padre no le hace mucha gracia que la sorpresita la prepare mamá porque dice que le deja el listón muy alto. Sin embargo, hoy le ha tocado a ella y me ha sorprendido con este sándwich-monstruo-fantasma. ¡Me ha encantado!



platanomóvil

Hoy mi madre me ha dado un plátano para merendar y me ha parecido buena idea utilizarlo para llamar a mi yaya Azu. La verdad es que ha empezado mi hermano llamándome a mí, pero cuando él se ha cansado y ha decidido hacer caso a mamá y comérselo, yo he seguido tranquilamente con mi conversación. ¡La de cosas que le he contado!: que he dormido siesta, lo que hemos hecho en la playa, otra vez que he dormido siesta... Al final, mi madre ha decidido entrar en la conversación plátano en oreja y, muy a mi pesar, he tenido que colgar. Un besito al plátano de despedida para la yaya y a merendar.