jueves, 22 de agosto de 2013

Manualidades culinarias

Cuando me porto bien, pido a mis padres que me hagan una sorpresita. Ya sé que pedir una sorpresa no es lo que procede, ya que estas deberían darse voluntariamente y no por coacción pero, qué queréis que os diga... yo las pido y me funciona. 

El caso es que eso supone que mis padres tengan que romperse la cabeza y darme sorpresas con el yogur de postre o, como hoy, con la merienda. Ellos se quejan, pero en el fondo les hace gracia y se entretienen con la tontería. Eso sí, a mi padre no le hace mucha gracia que la sorpresita la prepare mamá porque dice que le deja el listón muy alto. Sin embargo, hoy le ha tocado a ella y me ha sorprendido con este sándwich-monstruo-fantasma. ¡Me ha encantado!



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