Ayer mis papás dieron un golpe de estado. Me mandaron por la tarde con mis abuelos y, cuando volví a casa, me encontré con que habían sacado mi cuna del que había sido mi dormitorio durante casi ocho meses (y el suyo), y la habían colocado en el cuarto del mono. "Pobre mono", comentó uno de los amigos de mi papá cuando se enteró de la noticia. Y pobres vecinos, porque esta habitación da al patio de luces y se me oye berrear con eco.
Tuvieron que reestructurar toda la habitación, porque es muy pequeña, pero al final la apañaron para que les cupiera todo y ahí pasé mi primera noche. Me he despertado un par de veces, pero parece ser que hemos superado la prueba. Ya veremos cuando empiece a apretar el calor, con la solana que entra en ese cuarto, si no tengo que volverme a dormir con los papás. De momento, ellos han recuperado la libertad de encender la luz de la mesilla cuando se van a acostar, se evitan la aventura de tener que buscar el pijama a tientas y pueden disfrutar del placer de leer en la cama antes de dormir, que no es poco.
Tuvieron que reestructurar toda la habitación, porque es muy pequeña, pero al final la apañaron para que les cupiera todo y ahí pasé mi primera noche. Me he despertado un par de veces, pero parece ser que hemos superado la prueba. Ya veremos cuando empiece a apretar el calor, con la solana que entra en ese cuarto, si no tengo que volverme a dormir con los papás. De momento, ellos han recuperado la libertad de encender la luz de la mesilla cuando se van a acostar, se evitan la aventura de tener que buscar el pijama a tientas y pueden disfrutar del placer de leer en la cama antes de dormir, que no es poco.