lunes, 22 de noviembre de 2010

el dominó


Hace tiempo que mis padres me compraron un dominó pero, aunque soy espabilado, no termino de cogerle el truco. Sé que las fichas se ponen en fila pero no consigo entender eso de "casa con casa" y "árbol con árbol". Así que, como a mí lo que me gusta ahora es jugar con el tren, he decidido usar el dominó para lo que más me interesa.

viernes, 29 de octubre de 2010

ahora sí que bebé lo serás tú...

Ya me perdonaréis por tardar tantísimo en actualizar el blog, pero es que desde que he pasado de bebé a niño estoy que no paro. Claro, me ha pillado así de sopetón, de un día para otro, y a uno le cuesta adaptarse. Con 23 meses y 29 días eres un bebé y ¡zas! al día siguiente ya eres un niño. Y te toca comer solo todos los días, dejar de protestar, dormir en cama, hacer pis en el orinal y taaaaaantas otras cosas. A un adulto querría ver yo en esta tesitura.

Total, que he cumplido dos años y esto se ha revolucionado. Me hicieron fiesta en el cole, con corona de cumpleaños y todo, fiesta en casa con la familia y fiesta en casa con los amigos, ambas con tarta y velitas (y esta vez no lloré al verlas). Una semana entera celebrando mi cumpleaños, como para no liarse. Luego se cruza uno con la Virgen de Roncesvalles, con corona y rodeada de cirios y, claro, le sale cantarle el cumpleaños feliz.

En fin, que ya soy oficialmente un niño de dos añitos. Dos. Que ya sé poner los dedos.

Esta es la súper merienda que me preparó mi madre el día de mi cumpleaños. Yogur, melocotón en almíbar y manzana simulando ser un huevo frito con patatas. En la foto estoy muy contento, pero cuando me lo tuve que comer monté la de San Quintín. Cualquiera me convencía a mí de que eso era yogur y no huevo...


Este soy yo después de soplar las velas. Estoy algo contrariado, pero os prometo que no lloré.


Aquí estoy con mi garaje, regalo de mis yayos, y con mi moto nueva, regalo de mi otra yaya.



Y esta es mi cama nueva de mayor. Graaaaandeeeee...






miércoles, 25 de agosto de 2010

la cama elástica


Hace unos días conocí lo que era una cama elástica. No puedo decir que le sacara el partido que se supone que tiene porque mis pies no lograron alzarse más de medio palmo del suelo, lugar en el que me pasé la mayor parte del tiempo que estuve allí, pero me divertí bastante porque pegarse batacazos continuados sin hacerse daño también tiene su gracia, al menos para mí.


miércoles, 23 de junio de 2010

la grúa

Si hay algo ahora mismo en el mundo que me apasiona, eso son las grúas. Las veo a distancia, las voy buscando por donde quiera que paso y comparto mis hallazgos con quienes me rodean: "Mía, mamá, ¡¡¡unagúaaaaaaaaaa!!!".

Cuando estoy en casa me pego el día con una grúa de los chinos que me compró mi abuela Nieves. Si me baño, la dejo encima de la taza del váter; si como, encima de la mesa; si no estoy en casa, voy a por ella nada más llegar. No entiendo la vida sin mi grúa. Ya se ha roto un par de veces y mi papá la ha apañado como ha podido, porque de no haber sido así en casa se habría mascado la tragedia. Ahora mismo, no hay nada que me importe más en el mundo que mi grúa. Coge terra. Tira terra camión. Gúa. Gandeeeeee.

No sin mi grúa.


el mundial

De esta guisa he tenido que ir a la fiesta de verano del cole. La temática, como no podía ser de otra manera este año, era el Mundial de fútbol de Sudáfrica. Menos mal que el lunes ganamos (ya he aprendido a llamar al gol), porque si no menudo ridículo hubiera hecho yo paseándome por la ciudad vestido de la selección.


comiendo solito


Ya me dejan trapacear con tenedores y cucharas, aunque con la cuchara aún tengo un peligro....

miércoles, 9 de junio de 2010

yo confieso

En este vídeo lo confieso todo y, al final, desvelo uno de los grandes misterios de los últimos años. Para que luego digan que los bebés somos unos angelitos.


martes, 8 de junio de 2010

colaborando en las tareas del hogar

Para que veáis que ya desde pequeño me gano las croquetas. Sí, vale, igual voy un poco a mi bola, pero lo que cuenta es la intención, ¿no?


los números

Como hace mucho que no cuento aquí mis progresos, los vídeos van con un poco de retraso. Ahora ya me sé los números hasta el 10 y los digo de carrerilla ("más fluído", que dice mi papá. Por favor, ¡que en el vídeo tenía año y medio! Como repito tantas veces: ¡lo que tengo que sufrir!).


martes, 25 de mayo de 2010

mi forma de hablar

Ya sé que hace mucho que no escribo, pero prometo hacerlo pronto. De momento, os deseo adiós noches y hola días a todos.

jueves, 1 de abril de 2010

la semana santa

Hoy mis papás me han llevado de paseo para ver a una gente que sale a la calle vestida de forma rara a tocar el tambor. Mi síntesis de todo eso ha sido la siguiente: "gorroooo grandeeee". Y luego he visto a mi yaya Tatu rodeada de un montón de luces y con una estrella en la cabeza.

domingo, 28 de marzo de 2010

mateo el mago (en movimiento)

Ya relaté en una entrada pasada mi primera experiencia carnavalera. Pues bien, ahora os muestro la grabación del momento cumbre: la mañana en la que me colocaron el disfraz de mago, prueba irrefutable de lo que tengo que padecer yo con estos padres que me han caído en suerte.


¡zas, zas, lanza rayos!





año y medio

Oficialmente, ya tengo año y medio. Olé.

Para que no quepan dudas sobre mis progresos de aprendizaje, aquí os dejo un interrogatorio al que me sometieron mis padres hace ya unos cuantos meses (ahora sé muchas cosas más).


miércoles, 3 de marzo de 2010

lo que me gusta

Apunto de cumplir año y medio, sigo desarrollando gustos, rarezas y habilidades.

Por ejemplo, me encanta dibujar estrellas. O que me las dibujen, porque de momento no estoy muy contento con mis resultados artísticos. Puedo tener a mis padres o a mis abuelos rato y rato dibujando estrellas, grandes y pequeñas.

Me gusta poner los tapes. Es casi una obsesión. Incluso cuando estoy dormido y mis papás me dan agua exijo poner el tape al biberón. Grito: "¡Tapeeee!", lo coloco y me vuelvo a dormir.

No me gusta entrar en casa. Si me han sacado de paseo, me pasaría el resto de la vida en la calle. No veas cómo me enfado cuando me doy cuenta de que estamos volviendo al ascensor. Aquí también grito "¡Calleeeeee!", pero no cuela como con el tape.

Me gusta meter y sacar cosas. Tiro mis pañales con caca a la basura, ayudo a mamá a sacar la ropa de la lavadora y se la voy dando para que tienda y recojo las cosas en los cajones. Aunque a veces son las mismas cosas que he sacado antes porque sí, como los zapatos.

Conozco los nombres de muchas cosas y de muchos animales, el color verde, rojo, amarillo y azul y las vocales. También conozco la letra "m" y el número 6.

Me gusta mucho bailar y cantar, especialmente esa canción que dice: "Ooooooooooo...".

Me gustan los coches, los autobuses, los camiones y los aviones, y los voy buscando por la calle para llamarlos a gritos: "Ocheeee", "Touuuuus", "Mióooon", "Ión".

No tengo paciencia. Si me dicen que a tomar el biberón, me lo tienen que dar ya. Si me dicen que nos vamos a la calle, nos tenemos que ir ya. Si quiero que me pinten una estrella, me la tienen que pintar ya. Y, si tardan más de medio segundo, me pongo nervioso y protesto. Es algo que mis papás están intentado cambiar, porque no les gusta nada que sea tan protestica, pero me parece que les va a costar.

Me encantan las galletas. En cuanto entro en una casa, pido "teeeta", ficho dónde las guardan cuando me la dan (porque siempre me la dan la primera vez) y la siguiente vez que voy me voy directamente a la cocina a señalarles exactamente lo que quiero. Ahí ya no siempre me salgo con la mía, porque juega en mi contra las veces que haya hecho lo mismo a lo largo del día.

Qué ganas tengo de que llegue el día en el que no tenga que pedirle las cosas a nadie, poder dibujar estrellas durante horas y horas, poner y quitar tapes a mi antojo y poder comer galletas hasta caerme de espaldas.

martes, 23 de febrero de 2010

sábado, 13 de febrero de 2010

la semana del carnaval o si no puedes con el enemigo...

Esta semana ha sido carnaval en la guardería, lo que quiere decir que los adultos se han pegado cinco días tocándome las narices.

El lunes salí con una pajarita de colores colgada del cuello.

El martes, con un antifaz que me tapaba un ojo y parte del otro.

Ayer, con una careta de gato y media cara embadurnada de negro por lo que habían sido unos bigotes y un hocico.



Se nota que me encantó la experiencia, ¿verdad?

Pero lo peor ha sido lo de hoy... o lo mejor, aún no lo sé.

En la guardería propusieron a los padres llevar hoy a sus hijos disfrazados. No era una obligación, podrían haber decidido dejarme en paz y llevarme en chándal como todos los días, pero entonces habrían quedado como los padres antipáticos que privan a su hijo de la diversión de los disfraces. Obviamente ha tenido que ser por evitar esto por lo que me han hecho pasar por este trance, y no por evitar que yo fuera el único niño sin disfraz de la guardería porque, como comprenderéis, con 16 meses aún no tenemos ninguno conocimiento suficiente como para poder valorar eso.

Todo comenzó el miércoles, cuando me compraron un gorro negro de cucurucho decorado con una estrella y una luna doradas. Nada más verlo, me eché a llorar. Mis padres, empeñados en que tenía que ponérmelo, no hacían más que colocármelo en la cabeza repitiéndome lo bonito que era y lo guapo que estaba con él. Y yo, cada vez que lo veía, huía entre gimoteos. El gorro se ha pegado dos días en la mesa del salón, ahí plantado, salvo los momentos en los que se lo ponían mi madre o mi padre, que se iban turnando, con el fin de que me fuera acostumbrando a él.

Pero el odiado gorro era sólo la punta del iceberg, una pequeña parte de lo que me esperaba. El jueves por la noche, mis padres se pusieron mano a mano a dibujar, recortar y pegar estrellas doradas sobre una bolsa de basura negra a la que mi madre le había hecho tres agujeros, para cabeza y brazos respectivamente. El objetivo: un disfraz de mago. Decidieron hacerlo el jueves a última hora porque el viernes hacía una semana desde que me pusieron la última vacuna, y supuestamente era el plazo en el que podía caer enfermo. Como en Navidad mi madre me hizo un disfraz de estrella y casi no me lo pudo poner por el mismo motivo, esta vez prefirió curarse en salud y no trabajar en balde antes de tiempo. Por mi parte, más me valdría haberme puesto medio malo, porque no conseguí en ninguna de las dos ocasiones librarme del tormento del disfraz y el viernes me plantaron la bolsa de basura, el gorro y una varita nada más sacarme de la cuna.

Cuando mi madre me recogió de la guardería, la bolsa de basura estaba hecha un guiñapo, tres cuartas partes de las estrellas estaban dobladas o habían desaparecido (los otros niños se divirtieron mucho arrancándomelas de la espalda) y la varita media la mitad. Eso sí, el gorro estaba intacto. Mi madre, viendo mi aspecto, no pudo evitar echarse a reír. En ese momento, yo creo que por fin se apiadó de mí y se dispuso a quitarme el gorro para entrar en el coche. Pero entonces yo no quise. Fue echarle mano y ponerme a protestar. Ni hablar de quitarme el cucurucho. ¡Ahora que le había cogido el gusto!

Así que terminé comiendo, durmiendo la siesta y merendando con el gorro puesto. Entonces, por fin, mandaba yo.


miércoles, 6 de enero de 2010

los reyes magos

Ayer mis padres me llevaron a ver la cabalgata de los Reyes Magos. Mi madre no es que tuviera especial interés en llevarme porque piensa que soy todavía demasiado pequeño para disfrutar de esas cosas, pero como a mi padre le hacía ilusión... De todas formas, me eché una siesta de general y sólo llegamos a tiempo de ver pasar al Rey Baltasar. Mi papá me cogió en brazos y me animó a saludar al señor negro que iba en la carroza: "Dile adiós a Baltasar, Mateo, ¡dile adiós!" Entonces, hice lo que no había hecho en mi vida: "¡Illaaaaaa!¡illaaaa!" Pedí a gritos que me sentaran de nuevo en mi silla y se dejaran de tonterías. Con lo calentico que iba yo en la silla cubierto por el saco de forro polar, van y me sacan de sopetón para decirle adiós a un tipo negro al que no había visto en mi vida. ¡Venga ya!

Igual ha sido por ese desplante que le hice a Baltasar por lo que los Reyes Magos me han traído un corbatero y un cedé de Eels. Al menos esos son los regalos que me he encontrado esta mañana bajo el árbol (el mismo árbol, por cierto, que ya adornaba mi madre cuando era niña, incluso con las mismas bolas). He de decir en defensa de mis papás que yo ya tuve mi regalo de Reyes el día de Nochevieja: el Rayo McQueen, un coche-andador con el que mis padres esperaban que dejase de arrastrar por casa cualquier otra cosa. Me lo dieron ese día porque había ido con ellos a comprarlo (claro, no me lo podían traer los Reyes con tanta antelación, pero luego mis papás les pasan la factura y arreglado) y, una vez visto, les fue imposible ocultarlo tanto tiempo. Además, también les hacía duelo tenerme una semana arrastrando el taburete de la cocina por media casa.

De todas formas, como para eso de los regalos siempre quedan las abuelas, en casa de mi yaya Nieves los Reyes sí me han dejado regalos: un cuento y un puzle para aprender a sumar (ole mi abuela, eso sí que es creer que soy espabilado) Así mañana en la guardería no tendré que contar lo del corbatero y el cedé, que menuda vergüenza.





lunes, 4 de enero de 2010

libre, de pie y en movimiento

Este vídeo lo tendría que haber colgado hace tiempo porque ahora camino ya que me las pelo, pero es que entre la guardería, mis papás, los abuelos y aprender cosas constantemente.... ay, es que no me queda ni un minuto libre. Toooodo el día de aquí para allá. Toooodo el día contestando preguntas como "¿Quién soy yo?", "¿Qué es esto?" o "¿Cómo hace la vaca?". La vaca hace "mmmmmmmmm", y por muchas veces que me lo preguntes seguirá haciendo "mmmmmmmmmmm". ¡Lastima que aún no sepa responder eso! Sinceramente, hay veces que pienso que quienes no saben todavía como hace la vaca son quienes me formulan la pregunta.

En fin, que aquí os dejo el vídeo con uno de mis primeros paseos en solitario.