Servilleteros de cartón para toda la familia realizados con mamá. Aunque el de Mario, que es el negro, llegó a duras penas a superar la cena.
jueves, 27 de junio de 2013
Haciéndome a la idea
Tras varios avisos de que pronto habrá que quitar el pañal, parece ser que el momento definitivo será este fin de semana. Me he ido librando por los múltiples saraos familiares que hemos tenido últimamente y porque el tiempo no acompañaba, pero creo que ya no tengo escapatoria. El sábado será el día D y ya veremos cómo va la cosa. De momento, mis padres y mis maestras tratan de concienciarme pero yo no tengo ninguna gana de complicarme la vida, con lo bien que se va por el mundo sin interrupciones fisiológicas. Me siento en el orinal por darles el gusto, pero lo único que me interesa es leerme el cuento. Lo de hacer pis... pues si sale, bien, y si no, a otra cosa.
Regreso al futuro
Habíamos pasado muchas veces por la puerta del instituto en el que estudiaron mis papás, pero nunca habíamos entrado. Así que cuando mi madre vio la puerta abierta con motivo de los exámenes de junio, no se lo pensó dos veces y allí que nos metimos.
Cuando recorríamos uno de los pasillos, escuchamos una voz que nos preguntaba si necesitábamos ayuda. Traducido al corriente, que qué hacíamos nosotros allí. Quien preguntaba era una señora de la limpieza, a quien mi madre le explicó el motivo de nuestra presencia (con un pelín de vergüenza, todo hay que decirlo).
"¡Ah, pues viene mucha gente para lo mismo! ¿Quieres ver algún aula en especial?" Mi madre aprovechó el ofrecimiento y le pidió entrar en una de las aulas que había ocupado hacía veinte años, 2º C de BUP, que es lo que se estudiaba entonces, y me mostró dónde se sentó ella durante todo ese curso.
Me senté allí, en esa misma mesa y en esa misma silla y, durante unos minutos, observé la misma pizarra que veinte años antes miró mi madre prácticamente cada día.
Adiós, pelo, adiós
Tras más de dos años con mi pelo intacto, salvo cuando me cortaron la coletilla inmunda por decencia, por fin mis padres se han dignado a llevarme a la peluquería. Realmente la que dio el ultimátum fue mi yaya Nieves, aunque tampoco os creáis que eso significa demasiado porque en varias ocasiones había llamado a mis padres con anterioridad convencida de que me habían cortado el pelo.
En contra de lo que se pensaba mi madre, en la peluquería me porté fenomenal. No me moví ni un ápice. Ni hablé, con lo que soy yo. Tan sólo, al bajarme del sillón, miré al suelo y dije mirando mis rizos esparcidos: "mi pelo". Nada más. Y así permanecí un buen rato, callado y tranquilo, encendiendo una pequeña esperanza en mi madre de que fuese como Sansón y gran parte de mi energía se hubiera quedado en la peluquería. Sí, claro. ¡Ja!
En contra de lo que se pensaba mi madre, en la peluquería me porté fenomenal. No me moví ni un ápice. Ni hablé, con lo que soy yo. Tan sólo, al bajarme del sillón, miré al suelo y dije mirando mis rizos esparcidos: "mi pelo". Nada más. Y así permanecí un buen rato, callado y tranquilo, encendiendo una pequeña esperanza en mi madre de que fuese como Sansón y gran parte de mi energía se hubiera quedado en la peluquería. Sí, claro. ¡Ja!
Formas imaginarias
Una de mis actividades favoritas es encontrar formas escondidas en las cosas. En las nubes, en las manchas de lluvia o en los trozos de corcho blanco, como en estos casos. Veo el trozo por la calle e, inmediatamente, para mí deja de ser un trozo de corcho y pasa a convertirse en un dragón, en un dinosaurio o en un pato. Y, claro, tengo que llevármelo a casa para sacar al exterior lo que realmente es. Es lo que tiene ser un artista.
Sé que mi madre tiene unas ganas locas de poder deshacerse de todas estas cosas porque ya no sabe dónde meterlas pero, por otro lado, ahí sigue guardándolas porque, en el fondo, también le gustan. Supongo que espera a que me haga mayor y decida tirarlas yo mismo.
Descubrimiento arqueológico
Hace unos días nos encontramos en un parque de arena estos huesos (que no deja de ser una guarrada). Enseguida pensé que podía ser el fósil de un dinosaurio, así que mamá decidió que podíamos acercarnos al veterinario del barrio para que él nos diera su opinión. Lástima que estuviera ocupado y no nos pudiera atender, porque nos hemos quedado con la duda... Aunque mamá está casi segura de que son huesos de gato o de conejo.
Flores
Cuando salgo a la calle muchas veces cojo una flor y se la regalo a mamá. Ella la coloca en un pequeño jarrón, con un poquito de agua, pero pronto se pone mustia y a mí me da mucha pena. Así que, un día, a mamá se le ocurrió una idea: regalarnos flores sin cortarlas.
Hicimos unas etiquetas y, como en el patio de nuestra casa hay muchos rosales, bajamos una tarde y Mario, mamá y yo elegimos la rosa que más nos gustaba a cada uno y nos las regalamos. Las rosas también se pusieron mustias con el tiempo, pero las etiquetas ahí siguen.
Hicimos unas etiquetas y, como en el patio de nuestra casa hay muchos rosales, bajamos una tarde y Mario, mamá y yo elegimos la rosa que más nos gustaba a cada uno y nos las regalamos. Las rosas también se pusieron mustias con el tiempo, pero las etiquetas ahí siguen.
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Para mamá
Este dibujo fue mi regalo de cumpleaños para mamá. Un montón de animales. Ya sé que todavía me falla un poquito la ortografía pero todo se mejora, ¡que sólo tengo cuatro años!
Construcciones
Estaciones, edificios, hospitales... piezas y piezas ensambladas con intención que intento evitar a toda costa que Mario, cual Gozilla destructor, me tire de un plumazo. Qué duro es ser el hermano mayor.
sábado, 8 de junio de 2013
Guitarras
Me gustan mucho las guitarras. Cada vez que veo a mi mamá sentada frente al ordenador, corro hacia ella y trato de trepar hasta sus rodillas a la orden de "Quieo quitaras".
Mi madre trata de librarse de mí pero no suele conseguirlo. Soy demasiado cansino.
QuieoquitarasQuieoquitarasQuieoquitaras.
No la culpo, al fin y al cabo suele estar trabajando y ahí llego yo para interrumpir los pocos ratos que saca cuando andamos por casa.
Al final, mi mamá decide hacer una pausa y poner las guitarras. Normalmente trata de colármela poniendo algún vídeo de guitarras nuevo; lo ha intentado con Paco de Lucía, con un chico coreano y con vídeos al azar, pero no cuela. Yo quiero "los ninos tocando quitara". Siempre. Una y otra vez.
lunes, 3 de junio de 2013
"te queo mussho"
Así, con esa lengua de trapo que me caracteriza, le dije ayer 2 de junio a mi mamá las palabras mágicas. Y me salieron solitas, sin coacción alguna. Mi mamá se puso muy, muy contenta y me dio un abrazo muy fuerte. El que no se puso tan contento fue mi papá, que me preguntó si al él también le quería mucho y le dije que no. Pobrete. Pero todo llegará.
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