Así, con esa lengua de trapo que me caracteriza, le dije ayer 2 de junio a mi mamá las palabras mágicas. Y me salieron solitas, sin coacción alguna. Mi mamá se puso muy, muy contenta y me dio un abrazo muy fuerte. El que no se puso tan contento fue mi papá, que me preguntó si al él también le quería mucho y le dije que no. Pobrete. Pero todo llegará.
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