domingo, 15 de diciembre de 2013

Mario guitarrista


Más Navidad

Seguimos con los adornos navideños. Estas fechas se acumula el trabajo para mis papás, que tienen que sacar adelante "los deberes" que les mandan nuestras maestras. Menos mal que mi mamá es apañada para estas cosas (porque casi todo el trabajo lo hace mamá, las cosas como son) y va guardando durante el año papeles, cintas, pinturas y demás materiales con los que resolver la papeleta de un modo medianamente digno.

En mi cole, por ejemplo, nos pidieron que decorásemos una bota de Navidad y un Gingerbread Man. Un poco de galleta machacada, unos Lacasitos, papel de plata, espumillón, cartulina roja y... ¡tachán!


A Mario le pidieron cosas menos definidas: un elemento decorativo y escribir un deseo de sus papás para él. Chúpate esa. Lo primero lo resolvieron tirando de reciclaje; lo segundo... en fin. Para mí que que pensaron que para quedarse en cursis con deseos como "que sea feliz", "que tenga amor" y cosas de ese estilo mejor se pasaban tres pueblos y concursaban directamente para llevarse el título de "Reñoños de la guardería".




martes, 3 de diciembre de 2013

decorando la Navidad


 Si el año pasado hice un bonito dibujo navideño para que mi yaya Azu decorase la puerta de su casa (dibujo que casi desencadenó un conflicto vecinal, aunque con final feliz), este año mi madre ha decidido que ya estoy en edad de hacer cosas más elaboradas y nos hemos metido en el reciclaje decorativo.

Materiales:

1. Una bandeja de las que se usan para pasteles
2. Cinta de la que viene cosida en las chaquetas o jerseys (que se supone que es para colgarlos de las perchas pero que mi madre siempre corta porque a la mínima la lleva colgando)
3. Papel blanco
4. Un palillo
5. Pegamento
6. Tijeras
7. Regla
8. Pinturas de colores
9. Taladro

Instrucciones:

1. Se mide el fondo de la bandeja y se recorta un trozo de papel de las mismas dimensiones (en este caso, para que os hagáis una idea, el papel mide 15x8 cm.).

2. Si la parte trasera de la bandeja está sucia se puede pintar (nosotros la hemos pintado de negro con témperas).

3. Se hace el dibujo en el papel, se colorea y se pega sobre la bandeja. Mi mamá le ha recortado las puntas y le ha hecho una rayita roja alrededor para decorarlo un poco más (aunque mi dibujo ya era suficientemente chulo).

4. Se hacen dos agujeros en la parte superior de la bandeja y se pasa la cinta, terminando cada extremo en un nudo. Para que no pase el nudo por el agujero se coloca medio palillo dentro del nudo. 

¡Y ya está!

Hemos hecho dos cartelitos, uno para cada yaya. Sólo espero que este año no venga el vecino malo y se lo lleve...



jueves, 28 de noviembre de 2013

martes, 26 de noviembre de 2013

Esteban

Hola, soy la madre de las criaturas.

Son las 22.17h y Mateo acaba de compartir con nosotros, a gritos desde su cama, que el profesor de polideporte se llama Esteban. 

Y yo lo comparto con vosotros porque, dada la intensidad del grito, debe de ser una información de vital importancia para el ser humano justo en este momento y en este lugar.
Concretamente ha dicho: "Papá, ¿sabes que el profesor de polideporte se llama Esteban?". Su padre estaba justo en ese momento en la cocina haciendo hamburguesas y creo que no le ha escuchado. Yo he hecho como que tampoco. 

El silencio paterno ha levantado las iras del hermano pequeño, que ha soltado un "¡Hacedle caso a Mateo, hombre!" de intensidad similar al grito de su hermano. 

Visto que la cosa se animaba, he decidido jugármela y soltar un tímido y escueto "Papá no os oye". 
Silencio. 

Se podía haber armado en ese mismo momento la marimorena, podían haber reclamado a coro y a gritos la presencia de su padre, el enfado de Mario podía haber ido a mayores y culminar con un "¡Hombre ya!" atronador. 

Pero, no. Todo lo que ha salido de esa habitación potencialmente presa de la insurrección ha sido un "Vale" en boca de Mateo. 

Apostillado por otro "Vale" de su hermano, cómo no.

Y después, silencio.

Yo permanezco callada. Su padre sigue haciendo hamburguesas ajeno a este breve periodo de crisis que hemos vivido.

NOTA:

Al día siguiente de escribir este post me explicó el padre de la criatura que, días antes, Mateo y él habían comentado la adivinanza "Este banco está ocupado por un padre y un hijo, el padre se llama Juan y el hijo, ya te lo he dicho". En concreto, que Mateo no conocía a ningún Esteban. Así que, una vez sabido esto, deduzco que la noche del grito en cuestión, justo en ese momento, Mateo recordó que sí que conocía a un Esteban y lo tuvo que compartir sin falta.



versionando grandes éxitos

En nuestra casa somos muy cantarines. Mario va todo el día con la guitarra colgando y yo me lanzo a bailotear a la mínima que puedo. Cada semana elegimos un cd para nuestra habitación y ahí suena durante siete días. Hasta el momento hemos escuchado de todo: Kiko Veneno, Lou Reed, Los Bravos, Antonio Vega, Manu Chao, Roberto Carlos, Suede, Beatles, Rolling Stones... hasta Pau Casals y su violonchelo. Todo cabe.  

Sin embargo, el otro día mis padres empezaron a canturrear una canción, que no habíamos oído hasta entonces, y así como quien no quiere la cosa terminamos haciendo esta versión. No entiendo muy bien por qué pero mi mamá me dice que no la cante en público, ni esta ni la canción original. ¡Con lo bien que nos quedó! 




jueves, 22 de agosto de 2013

Disfraz de puercoespín


¿A que mola? Dejé a mi madre sin pinzas pero pasamos un buen rato. Empecé yo, poniéndome pinzas en la camiseta, y terminé colocando pinzas a toda la familia. Mario fue quien más se resistió pero, al final, se resignó y me acompañó en el juego. Fue divertido ver como, tras un rato con las pinzas puestas, mis padres se olvidaron de que las llevaban y continuaron con sus labores domésticas como si nada disfrazados de puercoespín.

Manualidades culinarias

Cuando me porto bien, pido a mis padres que me hagan una sorpresita. Ya sé que pedir una sorpresa no es lo que procede, ya que estas deberían darse voluntariamente y no por coacción pero, qué queréis que os diga... yo las pido y me funciona. 

El caso es que eso supone que mis padres tengan que romperse la cabeza y darme sorpresas con el yogur de postre o, como hoy, con la merienda. Ellos se quejan, pero en el fondo les hace gracia y se entretienen con la tontería. Eso sí, a mi padre no le hace mucha gracia que la sorpresita la prepare mamá porque dice que le deja el listón muy alto. Sin embargo, hoy le ha tocado a ella y me ha sorprendido con este sándwich-monstruo-fantasma. ¡Me ha encantado!



platanomóvil

Hoy mi madre me ha dado un plátano para merendar y me ha parecido buena idea utilizarlo para llamar a mi yaya Azu. La verdad es que ha empezado mi hermano llamándome a mí, pero cuando él se ha cansado y ha decidido hacer caso a mamá y comérselo, yo he seguido tranquilamente con mi conversación. ¡La de cosas que le he contado!: que he dormido siesta, lo que hemos hecho en la playa, otra vez que he dormido siesta... Al final, mi madre ha decidido entrar en la conversación plátano en oreja y, muy a mi pesar, he tenido que colgar. Un besito al plátano de despedida para la yaya y a merendar.


jueves, 27 de junio de 2013

Actividad de un miércoles por la tarde

Servilleteros de cartón para toda la familia realizados con mamá. Aunque el de Mario, que es el negro, llegó a duras penas a superar la cena.


Haciéndome a la idea

Tras varios avisos de que pronto habrá que quitar el pañal, parece ser que el momento definitivo será este fin de semana. Me he ido librando por los múltiples saraos familiares que hemos tenido últimamente y porque el tiempo no acompañaba, pero creo que ya no tengo escapatoria. El sábado será el día D y ya veremos cómo va la cosa. De momento, mis padres y mis maestras tratan de concienciarme pero yo no tengo ninguna gana de complicarme la vida, con lo bien que se va por el mundo sin interrupciones fisiológicas. Me siento en el orinal por darles el gusto, pero lo único que me interesa es leerme el cuento.  Lo de hacer pis... pues si sale, bien, y si no, a otra cosa.


Regreso al futuro

Habíamos pasado muchas veces por la puerta del instituto en el que estudiaron mis papás, pero nunca habíamos entrado. Así que cuando mi madre vio la puerta abierta con motivo de los exámenes de junio, no se lo pensó dos veces y allí que nos metimos. 

Cuando recorríamos uno de los pasillos, escuchamos una voz que nos preguntaba si necesitábamos ayuda. Traducido al corriente, que qué hacíamos nosotros allí. Quien preguntaba era una señora de la limpieza, a quien mi madre le explicó el motivo de nuestra presencia (con un pelín de vergüenza, todo hay que decirlo).

"¡Ah, pues viene mucha gente para lo mismo! ¿Quieres ver algún aula en especial?" Mi madre aprovechó el ofrecimiento y le pidió entrar en una de las aulas que había ocupado hacía veinte años, 2º C de BUP, que es lo que se estudiaba entonces, y me mostró dónde se sentó ella durante todo ese curso.

Me senté allí, en esa misma mesa y en esa misma silla y, durante unos minutos, observé la misma pizarra que veinte años antes miró mi madre prácticamente cada día.

Adiós, pelo, adiós


Tras más de dos años con mi pelo intacto, salvo cuando me cortaron la coletilla inmunda por decencia, por fin mis padres se han dignado a llevarme a la peluquería. Realmente la que dio el ultimátum fue mi yaya Nieves, aunque tampoco os creáis que eso significa demasiado porque en varias ocasiones había llamado a mis padres con anterioridad convencida de que me habían cortado el pelo.

En contra de lo que se pensaba mi madre, en la peluquería me porté fenomenal. No me moví ni un ápice. Ni hablé, con lo que soy yo. Tan sólo, al bajarme del sillón, miré al suelo y dije mirando mis rizos esparcidos:  "mi pelo". Nada más. Y así permanecí un buen rato, callado y tranquilo, encendiendo una pequeña esperanza en mi madre de que fuese como Sansón y gran parte de mi energía se hubiera quedado en la peluquería. Sí, claro. ¡Ja! 

Formas imaginarias

Una de mis actividades favoritas es encontrar formas escondidas en las cosas. En las nubes, en las manchas de lluvia o en los trozos de corcho blanco, como en estos casos. Veo el trozo por la calle e, inmediatamente, para mí deja de ser un trozo de corcho y pasa a convertirse en un dragón, en un dinosaurio o en un pato. Y, claro, tengo que llevármelo a casa para sacar al exterior lo que realmente es. Es lo que tiene ser un artista.
 
Sé que mi madre tiene unas ganas locas de poder deshacerse de todas estas cosas porque ya no sabe dónde meterlas pero, por otro lado, ahí sigue guardándolas porque, en el fondo, también le gustan. Supongo que espera a que me haga mayor y decida tirarlas yo mismo.


Descubrimiento arqueológico

Hace unos días nos encontramos en un parque de arena estos huesos (que no deja de ser una guarrada). Enseguida pensé que podía ser el fósil de un dinosaurio, así que mamá decidió que podíamos acercarnos al veterinario del barrio para que él nos diera su opinión. Lástima que estuviera ocupado y no nos pudiera atender, porque nos hemos quedado con la duda... Aunque mamá está casi segura de que son huesos de gato o de conejo. 



Maneras de dormir



Domingo por la mañana


Flores

Cuando salgo a la calle muchas veces cojo una flor y se la regalo a mamá. Ella la coloca en un pequeño jarrón, con un poquito de agua, pero pronto se pone mustia y a mí me da mucha pena. Así que, un día, a mamá se le ocurrió una idea: regalarnos flores sin cortarlas.

Hicimos unas etiquetas y, como en el patio de nuestra casa hay muchos rosales, bajamos una tarde y Mario, mamá y yo elegimos la rosa que más nos gustaba a cada uno y nos las regalamos. Las rosas también se pusieron mustias con el tiempo, pero las etiquetas ahí siguen. 





Para mamá

Este dibujo fue mi regalo de cumpleaños para mamá. Un montón de animales. Ya sé que todavía me falla un poquito la ortografía pero todo se mejora, ¡que sólo tengo cuatro años!


Construcciones

Estaciones, edificios, hospitales... piezas y piezas ensambladas con intención que intento evitar a toda costa que Mario, cual Gozilla destructor, me tire de un plumazo. Qué duro es ser el hermano mayor. 









sábado, 8 de junio de 2013

Guitarras

Me gustan mucho las guitarras. Cada vez que veo a mi mamá sentada frente al ordenador, corro hacia ella y trato de trepar hasta sus rodillas a la orden de "Quieo quitaras".

Mi madre trata de librarse de mí pero no suele conseguirlo. Soy demasiado cansino. 

QuieoquitarasQuieoquitarasQuieoquitaras.

No la culpo, al fin y al cabo suele estar trabajando y ahí llego yo para interrumpir los pocos ratos que saca cuando andamos por casa. 

Al final, mi mamá decide hacer una pausa y poner las guitarras. Normalmente trata de colármela poniendo algún vídeo de guitarras nuevo; lo ha intentado con Paco de Lucía, con un chico coreano y con vídeos al azar, pero no cuela. Yo quiero "los ninos tocando quitara". Siempre. Una y otra vez. 



lunes, 3 de junio de 2013

"te queo mussho"

Así, con esa lengua de trapo que me caracteriza, le dije ayer 2 de junio a mi mamá las palabras mágicas. Y me salieron solitas, sin coacción alguna. Mi mamá se puso muy, muy contenta y me dio un abrazo muy fuerte. El que no se puso tan contento fue mi papá, que me preguntó si al él también le quería mucho y le dije que no. Pobrete. Pero todo llegará.

martes, 5 de marzo de 2013

y más planetas

Ahora me pego el día dibujando el sistema solar. Planeta por aquí, planeta por allá.Ya he creado hasta mi propia iconografía. Chula, ¿eh?


martes, 26 de febrero de 2013

los planetas

Ahora estamos aprendiendo sobre el universo y el sistema solar en el colegio y me pego el día cantando esta canción, para alegría de mis padres. Y viendo vídeos, leyendo libros... todo lo que tenga que ver con el universo, me interesa. Porque yo soy así: si me pongo a aprender sobre algo, lo aprendo bien. Hasta el último detalle. Por eso me sé un montón de dinosaurios, todos los huesos del cuerpo... Y, ahora, me toca aprender sobre los planetas. Menos mal que sólo son nueve. Bueno, ocho. 


jueves, 14 de febrero de 2013

primera herida de guerra

Alguna vez tenía que pasar. Llevo jugando al límite media vida y antes o después me tenía que tocar mi primera herida gorda: seis puntos de sutura, ni más ni menos.

La faena es que, con la de cosas arriesgadas que he hecho, he tenido que hacerme la herida del modo más tonto: carrera, tropezón y choque.

El susto gordo se lo llevó mi yaya Azu, que era quien estaba conmigo y con mi hermano en el parque el día de autos (31 de enero). Mi papá estaba trabajando y mi madre, por una vez en su vida, de viaje en Madrid. Ya es casualidad. 

Mi pobre yaya tuvo que coger un taxi a toda prisa para llevarme a Urgencias mientras yo sangraba y lloraba desconsolado y mi hermano Mateo no sabía muy bien qué es lo que iba a pasar. Cuenta mi abuela que cuando me metieron en el quirófano para coserme (mi padre ya había llegado), yo llamé a toda la familia y mi hermano sólo pedía que le aseguraran que no iban a dejarme allí. 

Después, cuando me vio con el zurcido, algo que él asocia a criaturas terroríficas, empezó a gritar asustado: "¡se va a convertir en un monstruo!, ¡va a ser un monstruo!". Menos mal que mamá, cuando llegó a casa, le enseñó las cicatrices que tiene desde pequeñita, y que apenas se le notan, y se quedó más tranquilo (aunque ya lo estaba).

Mi mamá estaba un poco preocupada porque se me quedara mucha cicatriz y mi yaya Nieves hasta preguntó si me iban a hacer cirugía estética (anda, la abuela...) pero ya me han quitado los puntos y casi ni se me nota. Y yo, ni me acuerdo. Vuelvo a vivir al límite. 




 

   

miércoles, 13 de febrero de 2013

adiós, cuna; hola, cama

Desde Año Nuevo duermo en cama de mayor. 

Este cambio ha supuesto varias cosas, principalmente que monto bastante juerga con mi hermano cuando no tenemos muchas ganas de dormir, que en mi caso es prácticamente cada noche. A mi hermano le hace gracia un rato, pero después ya no tanta. A veces incluso pide a mis padres que nos separen las camas para poder librarse de mí. 



Yo, sin embargo, me lo paso pipa subiendo y bajando, hasta que caigo rendido y me duermo de cualquier manera, como podéis ver en las fotos. 

Mis padres, pasadas unas horas desde que nos acuestan, siempre entran con gran curiosidad a ver en qué lugar y postura me encuentran. Misteriosamente, además, aunque me colocan en mi camita, al rato regresan y me encuentran de nuevo en la cama de mi hermano. Qué cosas.
 

 




viernes, 11 de enero de 2013

el dibujo de Mateo

Esta Navidad he hecho un dibujo para colocar en la puerta de mi casa felicitando las fiestas. A mi abuela Azucena le gustó mucho la idea, así que me pidió un dibujo para colocarlo también en su puerta. Sin embargo, al día siguiente de hacerlo, alguien decidió que no le gustaba cómo quedaba y se lo llevó. O quizás le gustaba tanto que quiso ponerlo en su propia puerta, quien sabe. 

Mi abuela se llevó un disgusto morrocotudo, pero mi mamá le dio la solución: yo podía hacer tantos dibujos como arrancasen de su puerta, o más. Así que mi yaya plantó un cartel en su puerta diciendo eso mismo. Yo, por mi parte, tras explicarme mi mamá lo que había pasado, le hice un dibujo igual al primero. 


 Mi abuela recibió visitas de los vecinos, sorprendidos de que hubiera alguien con tanta mala leche, e incluso hubo un vecino que le dejó a mi abuela otro cartel que le hizo mucha ilusión. 





 Por supuesto, le hice el dibujo y en su puerta se quedó todas las fiestas. ¡El malvado vecino no se atrevió a tocar ningún dibujo más!

carta de Mateo a los Reyes Magos