miércoles, 23 de diciembre de 2009

lo que tengo que sufrir...

Espero que con el paso de los años pueda dejar de sufrir este tipo de cosas, porque ya está bien. Si por lo menos hicieran el ridículo ellos también, pues pase; se hace el tonto en familia y ya está. Pero es que resulta que este año ellos se han escaqueado y me han puesto a hacer el chorras sólo a mí.

me han vuelto a pillar

¡Cachis! Otra vez me han pillado dándole al vicio, esta vez al del bebercio... ¡Si es que uno no tiene intimidad!

miércoles, 25 de noviembre de 2009

la peluquería

Hoy, casi catorce meses después de nacer, mis padres se han dignado por fin a llevarme a que alguien con experiencia me corte el pelo. Y puntualizo lo de "alguien con experiencia" porque el pelo ya me lo había intentado apañar mínimamente mi madre hace unos meses, dejándome como un monje franciscano, casi sin patillas y con la nuca cortada casi con tiralíneas. Fíjate tú lo que son las cosas que mis abuelas han creído verme con el pelo más corto igual tres o cuatro veces hasta hoy y, sin embargo, nunca se percataron de semejante chapuza.

Después de recogerme de la guardería, mi madre me ha llevado a la peluquería que hay enfrente. La peluquera, muy simpática, me ha cubierto con una capa amarilla decorada con perritos, ha colocado un alza en uno de los sillones y me ha sentado ahí dispuesta a arreglar mis greñas. He tardado aproximadamente unos dos segundos en echarme a llorar, girarme, ponerme de rodillas sobre el alza e intentar bajarme de allí. Yo creo que mi mamá ya se pensaba que nos íbamos a ir igual que como habíamos venido, pero no. Cuando me ha cogido en brazos me he calmado y he empezado a entretenerme observando lo que había alrededor: espejos, unas estrellitas en el techo que se encendían y se apagaban... A lo que me he querido dar cuenta ya me habían engañado y mi pelo ya estaba apañado. Mi madre ha tenido que aguantarme en brazos durante el proceso y se ha llenado de pelos pero, oye, quien algo quiere... Ahora la verdad es que estoy mucho más guapo y va a ser más fácil peinarme por la mañana, que entre las greñas que llevaba y el remolino del cogote, salía de casa hecho un Adán. Capilarmente hablando, claro.

Ahora habrá que ver si la próxima vez que me toque cortarme el pelo me porto mejor. De momento, ya sabemos que tiene que ser un lunes, un martes o un miércoles, que es cuando cortar el pelo a los niños cuesta 4 euros. El resto de los días cuesta 12, que ya vale para cuatro pelos que tenemos y el disgusto que nos llevamos, ¿no?

martes, 17 de noviembre de 2009

en bici con papá

Desde que nací, o incluso desde antes, mi papá tenía la ilusión de llevarme en bici. Si por él hubiera sido, a los cuatro meses ya me habría plantado en la silla y se me habría llevado por ahí. Menos mal que mi madre, que tiene algo más de talento para ciertas cosas, ha podido retener esa inquietud hasta ahora. No es que mi padre sea especialmente aficionado a la bicicleta (aunque bastante más que mi madre), sino que le parecía un modo estupendo de desplazarse conmigo: sin tener que empujar nada y más rápido que andando. Pero, claro, no contaba con que también suponía cargar con un paquete de 11 kilos "a las piernas". Total, que el otro día mi madre por fin compró una silla para mí y mi padre pudo cumplir su ilusión.

Me plantaron un casco con el dibujo de una rana (un casco regulable, para que mi cabeza pueda ajustarse sin problemas), me sentaron en la silla de la bici y mi padre comenzó a pedalear. Iba a llevarme a dar un paseo por el barrio, al parque, a montar en los columpios, a comprar el pan. Un plan estupendo para un sábado por la mañana. Sin embargo, no contó con que en eso de los medios de transporte he salido a mi madre, así que a los dos minutos yo ya estaba dormido como un tronco y ni columpios ni nada. Directamente a por el pan. Tampoco era plan de estar dejándose las piernas, el pobre, para que yo no me echara un sueñecito ¿no?

el sueño

No suele ocurrir. Bueno, realmente no ha ocurrido jamás. Sin embargo, el otro día estuvo a punto de suceder. Estuve a punto de quedarme dormido en el sitio. A punto, sólo, porque en cuanto me di cuenta de que el sueño estaba pudiendo conmigo, reaccioné. ¡Ja! Al menos le di tiempo a mi mamá de sacarme una foto.

domingo, 1 de noviembre de 2009

el yayo cochino

"¿Qué hace el yayo cochino?", me preguntan mis papás. Y, entonces, yo hago esto...

las ferias

Aprovechando las fiestas del Pilar, mis padres decidieron que sería buena idea llevarme a las ferias. Que con tantas lucecicas me iban a encantar. Que iba a pasármelo pipa montado en el carrusel. Así que me plantaron un cachirulo y allá que nos fuimos probablemente el día que más gente había tenido la misma idea, el sábado víspera del Pilar y a eso de las ocho de la tarde, para más inri.

Obviamente, no me gustó la experiencia en absoluto. Gente y más gente, un volumen de música atronador que variaba la melodía a cada paso y frío, además. Creo que por primera vez mis padres se dieron cuenta del follón que es eso. Claro, a lo que quisieron montarme en el carrusel yo estaba ya espantado y lo único que quería era salir de allí. Mi padre lo intentó varias veces, pero nada. Era subirme al caballito y echarme a llorar. La ficha verde (que costaba 2,50 euros, además) nos la quedamos de recuerdo. Me da a mí que el próximo año lo volverán a intentar.


la guardería y mi desarrollo como bebé


Esta foto corresponde a mi primer día de guardería, cuando aún no sabía lo que me esperaba. Reconozco que llevo un mes yendo y aún no le he cogido muy bien el punto a toda esta historia. No sólo porque todavía me quedo llorando cada vez que me dejan allí por la mañana (aunque cada día lo hago con menor intensidad; poco a poco aumenta la resignación), sino porque se supone que esa iba a ser la solución para que mi madre pudiera trabajar por las mañanas y, desde que voy, resulta que he estado más en casa que en la guardería.

Empecé un lunes y el martes por la noche ya estaba vomitando. Resultado: una semana sin acudir. Cuando me reincorporé, llegaron las fiestas del Pilar. Total, otros tres días sin aparecer por allí. Después duré una semana y otra vez caí, esta vez con un catarrazo de los gordos que he contagiado a mi abuelo, a mis dos abuelas, a mi padre y a mi madre, que ha sido la última en caer. Vamos, que he hecho pleno familiar con esta carita de bueno que tengo.

Mi maestra se llama Mariángeles y es muy simpática. Me ha enseñado donde está la nariz y donde está la oreja, aunque aún me hago un lío y a veces señalo las dos cosas en el mismo sitio. Además, mis papás me enseñaron a que me metiera el dedo en la nariz cuando me preguntaban "¿Qué hace el yayo cochino?" (he estado resistiéndome mucho tiempo a aprender estas cosas de mono de feria, pero alguna muestra tengo que darles de que mi desarrollo intelectual es el correcto), y cuando me preguntan dónde tengo la nariz me meto el dedo directamente porque me hace mucha gracia que mi mamá me lo quite de un suave manotazo diciéndome "¡Cochino!". Claro, que eso es algo sólo entre mi mamá y yo y el resto de espectadores, ingenuos al respecto, insite en decirme que la nariz está fuera del agujero.

También están insitiendo mucho en la guardería en que camine. Mis papás y mis yayos llevan ya un tiempo obligándome a esforzarme en ese aspecto, pero yo me resisto. Si voy de la mano o apoyado en algo aún me muevo de aquí para allá, pero en cuanto me sueltan me siento en el suelo y retomo el gateo. Yo no sé porqué insisten tanto, si cuando me suelte van a acabar harticos de perseguirme por ahí. Están tirando piedras contra su propio tejado pero, claro, son de esas piedras que hacen ilusion.

En dos o tres días ya me habré recuperado del catarro y supongo que mis padres volverán a llevarme a la guardería. Ahora que ya me había acostumbrado a estar en casita otra vez, vuelta a empezar con el disgusto cada mañana. Si cuando digo que ser bebé es duro...

viernes, 2 de octubre de 2009

un añitooooo

El otro día fue mi cumpleaños, el primero, y mis papás prepararon una comida familiar para celebrarlo. Casi me vuelven loco con tanto juguete, tanto beso y tanto "¿Cuántos añitos tieneeees?". Si no me lo preguntaron cien veces no me lo preguntaron ninguna. Mis padres llevaban dándome la paliza con eso desde el verano, creyendo que no íbamos a llegar a tiempo de hacer la tontería en la fecha señalada, así que la última semana les dejé bien clarito que ya sabía levantar el dedito a la perfección en respuesta a su pregunta y se quedaron más tranquilos.

Para lo que no me prepararon fue para lo de la tarta y la vela. Ni para escuchar a toda mi familia cantando a grito pelado el Cumpleaños feliz al unísono. Cuando me plantaron delante esa cosa brillante y parpadeante, cuando todos me convirtieron en el centro de atención y comenzaron a decirme "sopla, sopla", empecé a no entender nada. Y acto seguido, me eché a llorar. Jolines, que sólo tengo un añito, un-a-ñi-to, creí que eso había quedado más que claro. ¡No se me puede someter a tanta presión!




pillado infraganti

Los bebés de hoy en día nacemos con los conocimientos informáticos y tecnológicos de nuestro tiempo ya incluidos en el código genético. Por eso nos gustan tanto los teléfonos móviles, los mandos de la tele y los ratones de ordenador. Por eso, o porque queremos toquiñear lo mismo que vemos toquiñear a nuestros padres. La diferencia está en que ellos los disfrutan a su antojo y a nosotros, a la mínima que echamos la mano, nos vienen con el fastidioso "no, no, no". Pero a veces conseguimos cogerles despistados y salirnos con la nuestra; aunque, como me pasó a mí el otro día cuando imitaba a mi papá, al final nos pillen infraganti.


martes, 15 de septiembre de 2009

opciones laborales

Mis papás están convencidos de que mi futuro laboral está en Ikea. No como diseñador, ni como jefe de planta, ni como dependiente. Mi futuro está en ser probador. ¿No dicen en su publicidad los de Ikea que abren los cajones 12.000 veces seguidas para asegurarse de que funcionan a la perfección? ¿No someten a los muebles a múltiples presiones y zarandeos? Pues ahí es donde entro yo: a abrir y cerrar, a golpear y a zarandear hasta la saciedad. Sería un trabajador ejemplar e incansable. Pim, pam, pim, pam... todo el día.

martes, 1 de septiembre de 2009

la playa

En agosto he conocido la playa. El año pasado también estuve pero dentro de la tripa de mamá, así que no cuenta. Mi primer contacto con el agua y con arena fue un poco extraño, la cosa no terminaba de convencerme. Pero a la arena, poco a poco, fui cogiéndole el gusto: podía tocarla, cogerla, soltarla, rebozarme como una croqueta... ¡y sin que mis papás me dijesen nada! Con el mar, sin embargo, no terminé de llevarme del todo bien; las olas me sobrepasaban constantemente la cabeza, entre sacudidas y tragos de agua salada, y me gustaba mucho más estar fuera del agua que dentro. Mis papás probaron también metiéndome en una barca que me había regalado mi tía-abuela Maricarmen pero, a la mínima, la barca se volcaba y yo volvía a tragar agua otra vez. Yo al segundo intento ya vi que eso no iba a tener ninguna gracia, pero mis papás aún tardaron dos o tres días en darse cuenta... El año que viene, como ya seré mayor y más alto, seguro que me lo paso mejor.







domingo, 16 de agosto de 2009

el gateo

Tras un periodo de "en vez de ir hacia delante, me voy para atrás", por fin cogí el tino a esto del gateo. Mis padres se pusieron muy contentos porque esto suponía un avance en mi desarrollo motriz, pero ahora que ya gateo a toda pastilla (más aún cuando mamá o papá me persiguen gritando "¡que te cojo el culo!") y no paro quieto ni un momento, no sé si lo están tanto. Creo que están temiendo que camine y, por fin, sea un ser que pueda desplazarse de manera independiente. Como no les quiero asustar antes de tiempo disimulo, pero que sepáis que no me queda nada...

Este vídeo es de uno de mis primeros gateos. Ahora la cámara no habría podido seguir mi ritmo...


el xilófono

Como mi mamá estaba ya un poco cansada de escuchar mis sonatas para cazo y palo de mortero, decidió mejorar en lo posible la calidad de mi música comprándome un xilófono. Aquí os dejo una de mis interpretaciones en directo. No podéis negar que apunto maneras.


jueves, 16 de julio de 2009

el cazo

Aquí va un vídeo de mi primer acercamiento a la interpretación musical. Yo no sé para qué se gasta la gente en juguetes para niños con lo bien que se lo pasa uno con un cazo y el palo de un mortero. Me lo paso bien yo, claro, y mis padres lo soportan porque me entretengo y no les doy mal, pero no sé qué pensarán los vecinos al respecto. De todas formas, estas inquietudes musicales yo creo que los padres deben apoyarlas sin rechistar porque, oye, quien te dice que con el tiempo no me convierta en el nuevo Luis Cobos, por ejemplo. Aunque mi madre dice que mi carrera musical, de momento, apunta más bien hacia ser cofrade con bombo grande.


lunes, 13 de julio de 2009

el cantajuegos

Todos los niños del mundo conocen el Cantajuegos. O casi todos. Y, por lo tanto, todos los papás del mundo también lo conocen. O lo sufren, más bien. El Cantajuegos es un dvd en el que una pandilla de jóvenes sonrientes vestidos con petos vaqueros cantan y bailan canciones infantiles acompañados de un grupo de niños angelicales. La calidad musical e interpretativa de los temas es equiparable a la de la música de ascensor; los dibujos que ilustran las canciones ganarían como mucho el tercer premio en el concurso de dibujo de mi pueblo (aunque no tengo). Pero, aún así, el Cantajuegos tiene algo hipnótico que consigue que los niños no aparten la mirada del televisor durante un buen rato y se estén más quietos que una maceta. Y por eso a los papás, a pesar de todo, también les encanta. Para que veáis exactamente a qué me refiero, aquí os dejo un vídeo en el que queda registrado el efecto que el Cantajuegos tiene sobre mí.



martes, 30 de junio de 2009

el dni

El otro día, como nos íbamos a ir de excursión al extranjero, mis papás tuvieron que sacarme el DNI. Tuvieron que hacerlo todo a última hora deprisa y corriendo, pero al final lo consiguieron y ya no soy un indocumentado.

Primero me llevaron a un fotógrafo para que me hiciera una foto digna. Mi mamá se pensaba que iba a tener que atarme con correas a la silla para que me estuviera quieto, pero nada más lejos de la realidad: me subieron al taburete y posé como un profesional. La primera foto fue la buena. Yo es que es ver una cámara y darlo todo. No sé a quién habré salido.

Después, con todos los documentos que mi padre tuvo que ir a solicitar en bicicleta por media ciudad, fuimos a la comisaría. No pudieron tomarme las huellas dactilares porque nos dijeron que hasta el año los bebés no las tenemos visibles (o la máquina no las registra, vamos), así que ni me pringué de tinta ni nada. Nos comentaron que sí que se registran las de los pies pero que, claro, hacer eso con un bebé resulta demasiado follón, así que nada. Casi mejor, porque si hubieran pretendido hacer eso conmigo seguro que la cosa no habría salido tan rápida como la foto.

Unas cuantas preguntas, dos fotos, diez euros, y ya tenía carné. Mis papás dicen que parece que lo hayan comprado en una feria. La verdad es que entre mi foto y las tres rayas que me han puesto como firma, el documento muy serio no parece. Pero tendrá que valer hasta dentro de cinco años.



Por cierto, la excursión fue en avión y me porté bastante bien durante mi primera experiencia aérea. Di que mis padres me durmieron a la primera de cambio y el rato que estuve despierto no pararon de hacerme tontadas para entretenerme, pero el caso es que llegamos, volvimos, y no se les han quitado las ganas de hacerlo otra vez.

jueves, 11 de junio de 2009

novedades gastronómicas

Últimamente he incorporado a mi dieta algunos alimentos nuevos: el yogur, el pescado blanco y el pan.

El yogur al principio no es que me gustara mucho, pero poco a poco me lo voy comiendo mejor (eso sí, me pongo de yogur como se ve en la foto).
Lo mismo me pasó con el pescado. Mis padres me deleitan con un fletán cocido al microondas que ya me gustaría a mí vérselo comer a ellos, por mucho aceite de oliva que le echen, y que los primeros días me sabía a cuerno quemado. Como no había manera de dármelo "suelto", decidieron colármelo en el biberón mezclado con la leche con cereales. Ya lo sé, parece una guarrada, pero mi padre dice que tiene que estar bueno porque no se diferencia mucho de la pasta para croquetas. Yo no sé lo que son las croquetas, pero es verdad que así sí que he ido cogiéndole el gustillo y ahora ya me lo como en platico antes de los cereales.
Y el pan se ha convertido en mi entretenimiento de entre horas. Que me pongo tonto cuando vamos de paseo, palote de pan al canto. También me pongo echo un Cristo, pero me lo paso pipa mordiendo y chupando.

Lo que no me gusta tanto como antes es la papilla de frutas. Mis papás sospechan que es culpa del plátano porque si no le echan me la como un poco mejor. Si es eso, entonces he salido a mi mamá; según cuenta la abuela Azucena, a mi mamá no había manera de colarle el plátano en la papilla. Mi papá está muy preocupado por este asunto, principalmente porque casi siempre me da la papilla de frutas él y le cuesta una pelea diaria, así que últimamente me la maquilla con galletas y con cereales. De aquí a nada, como no le funcione, me va a echar carne, porque sabe que eso me lo como estupendamente.


miércoles, 3 de junio de 2009

mi nana

Cuando nací, mis papás se dieron cuenta de que no conocían ninguna nana que cantarme. Un día escucharon los primeros versos de una en una película apestosa de esas que les gusta ver de vez en cuando en la tele que decía así:

A la nanita nana, nanita ea...
mi niño tiene sueño, bendito sea, bendito sea...

A partir de ahí, mi mamá, que es muy apañada, se inventó el resto de la letra con la misma melodía y me "compuso" una nana propia:

Mi niño tiene sueño y quiere dormir,
un coro de angelitos ya va a venir.
El coro de angelitos le canta nanas,
para dormir profundo hasta la mañana.
Y cuando en la mañana ya saga el sol,
abrirá los ojitos, mi corazón.

La letra es un poco cursi, lo sé, pero es que es una nana. Y yo soy un bebé. Y mi mamá se la inventó en cinco minutos, así que no se le puede pedir más. Mis papás me cantan una nana que ningunos otros papás del mundo cantan a otro niño, y eso mola. Aunque mi papá le cambie la letra cada dos por tres y a veces venga un coro de angelitos, otra uno de pajaritos y suela terminar la nana cantándome que me duerma de una puñetera vez.

jueves, 21 de mayo de 2009

cambio de cuarto

Ayer mis papás dieron un golpe de estado. Me mandaron por la tarde con mis abuelos y, cuando volví a casa, me encontré con que habían sacado mi cuna del que había sido mi dormitorio durante casi ocho meses (y el suyo), y la habían colocado en el cuarto del mono. "Pobre mono", comentó uno de los amigos de mi papá cuando se enteró de la noticia. Y pobres vecinos, porque esta habitación da al patio de luces y se me oye berrear con eco.

Tuvieron que reestructurar toda la habitación, porque es muy pequeña, pero al final la apañaron para que les cupiera todo y ahí pasé mi primera noche. Me he despertado un par de veces, pero parece ser que hemos superado la prueba. Ya veremos cuando empiece a apretar el calor, con la solana que entra en ese cuarto, si no tengo que volverme a dormir con los papás. De momento, ellos han recuperado la libertad de encender la luz de la mesilla cuando se van a acostar, se evitan la aventura de tener que buscar el pijama a tientas y pueden disfrutar del placer de leer en la cama antes de dormir, que no es poco.

miércoles, 20 de mayo de 2009

regla nº 2

Galia, una amiga de mis papás, me regaló el otro día esta camiseta. Fue enterarme de la existencia de esta regla y, oye, a dormir como un bendito. Bueno, como un bendito, tampoco, pero sí bastante mejor que durante las últimas semanas. Luego se quejarán mis papás de mí... Si les he salido obediente, obediente... pero, claro, si a mí nadie me explica que eso del dormir está reglado, yo hago lo que me da la gana, como todo hijo de vecino. De todas formas, que no se confíen, que he oído por ahí que las reglas están para saltárselas... (pero que mi madre no me oiga decir esto, que le da un mal)

lunes, 18 de mayo de 2009

¡de un tirón!

Ayer dormí toda la noche de un tirón. Me acostaron a las diez y media y no he dicho ni mu hasta las ocho de la mañana. Mi padre no cabía en sí de gozo. Mi madre tampoco, pero la verdad es que ni se ha enterado. Ahora resulta que la pobre es insomne y, aunque yo duerma plácidamente, ella no pega ojo hasta las tres o las cuatro de la madrugada. Dice que ha debido de acostumbrarse a dormirse conmigo en la teta y que hasta que no me despierto la primera vez, no le entra el sueño. Eso sí, una vez que se duerme, puede terminarse el mundo que ella ni se inmuta. Por eso estos últimos siete meses mis papás han conseguido sobrellevar, más o menos, las noches: hasta las cuatro se hacía cargo de mis despertares mamá y, a partir de las cuatro, papá.
Pero esta noche ya os digo que ha sido distinta. He dormido casi diez horas de un tirón, como un machote. Eso sí, para que mis padres no se crean que esto se va a convertir en una costumbre, hoy ya me he despertado dos veces, y tengo pinta de volver a las andadas. Pero, oye, que les quiten lo bailao.

jueves, 7 de mayo de 2009

Estos son Trotsky y Ados, dos amiguetes con los que compartí el pasado fin de semana. A Trotsky le pegué dos o tres buenos tirones de pelo y, como no faltaba más, un buen chupetón en el costado, y él me correspondió con varios lametones en toda la cara.

la oreja de mamá

Ayer descubrí la oreja de mamá. Como ya ha empezado a hacer calor, mamá se recogió el pelo y ¡oh, sorpresa!, la vi. Vi sólo una, pero creo que tiene dos. La descubrí cuando me sentó en su regazo para que me tomase el biberón. Ahí estaba esa cosa rara (porque una oreja es una cosa rara, toda llena de pliegues y bultos extraños), cerquita de mi. Y como toda cosa rara que está cerca de mí, yo la tenía que tocar. Así que pasé del biberón y me centré en intentar tocarla a toda costa. Para conseguir mi propósito mamá no podía estar mirándome, sino que tenía que girar la cabeza, así que esa fue nuestra batalla: mamá intentaba mirarme para darme el biberón y yo intentaba girarle la cara con mi manita para poder verle la oreja. Así una y otra vez. Mamá no dejaba de repetirme: "Que sí, Mateo, que es mi oreja. Tú también tienes orejas. ¡Dos!" Y entonces me pegaba un pequeño tirón de una de ellas. Lo que no entendía mamá es que mis orejas no tienen gracia porque no me las veo. Tenía gracia la suya, allí, tan aparente, tan cerquita.

sábado, 18 de abril de 2009

esta cara me suena...


Este niño es el que aparece en la portada del catálogo de febrero de Mothercare. Aunque parece mayor que yo, ¿no os recuerda un poquito a mí?

viernes, 17 de abril de 2009

la trompeta

Hoy, 17 de abril, es un día triste. Papi se ha tropezado con mi trompeta sonajero y la ha roto sin querer. Él casi se tuerce un pie y se pega un batacazo conmigo en brazos, pero lo que más nos ha dolido ha todos ha sido ver la pobre trompeta en el suelo, partida en dos. Porque esa trompeta era mucho más que un sonajero. Era mi juguete favorito, el que agitaba, chupaba y golpeaba con más emoción, y el arma con la que mis padres me han calmado en más de una ocasión. La de veces que me habrán hecho dejar de berrear agitándola fuerte al grito de "¡campaaaaaaaanayseacabó! ¡zas!".

Mañana iremos a comprar otra trompeta, pero ya no será lo mismo. Porque ésta era MI trompeta, LA trompeta, la primera; y la que compremos será la segunda, la que tuvimos que comprar porque la primera se rompió, y nunca tendrá la misma magia que la original. La primera la compraron mis papás sin mucha fe en que fuera a servir para mucho y se convirtió en algo imprescindible en nuestras vidas. Buscaban un sonajero con el que poder entretenerme, algo que pudiera agarrar y agitar con mi manita de bebé de dos meses y ella fue lo más parecido que encontraron. Era demasiado dura y con el asa demasiado ancha, pero la compraron igualmente. Y el tiempo demostró que no podían haber comprado un sonajero mejor.

Mis papás no pueden arreglarla porque soy pequeño y no puedo chupar cosas con pegamento. Además, si se rompiera otra vez podría hacerme daño. Pero tampoco la van a tirar. La van a guardar bien guardada y, cuando sea mayor, me la enseñaran con cariño y me dirán: "Mira, Mateo, éste fue tu primer juguete preferido: el sonajero trompeta".



lunes, 13 de abril de 2009

la papilla de frutas

Cuando cumplí cinco meses y medio mis papás empezaron a darme papilla de frutas para merendar. Ahora me la como estupendamente, pero al principio no me gustaba nada de nada. También es verdad que la primera que me preparó mi mamá, de naranja y manzana, le salió un poco regular. Ahora me la hacen con pera, manzana, plátano y naranja y sabe mucho mejor. Éste es el documento que recoge esa primera experiencia frutal...




viernes, 27 de marzo de 2009

seis meses


Hoy cumplo seis meses. Ya soy muy mayor. Para celebrarlo, mi yaya Azucena me ha regalado un babero con mi nombre y mi papá ha encendido una vela partida en una galleta. Yo miraba el invento sin saber muy bien qué hacer con eso, si se chupaba o se agitaba, que son las dos únicas cosas que sé hacer de momento. Para rato iba a descubrir yo solo que tenía que soplar, así que ha terminado soplando mi papá.
Desde que nací, he avanzado bastante (por mucho que se queje mi papá) : ya como cereales, puré de verduras y papilla de frutas, y dentro de poco empezaré con la carne. Pero eso no quiere decir que haya dejado la teta, qué va... Mami dice que ella la teta no me la quita hasta que me vaya de casa si eso ayuda a que duerma mejor. Aunque ahora duermo mucho mejor que antes, A las nueve y media de la noche me meten en la cuna y, aunque protesto y me cuesta un poco, al final me duermo. Eso sí, sigo despertándome dos o tres veces cada noche y a las seis de la mañana ya estoy con ganas de marcha, pero supongo que todo se andará y, en un tiempo, dormiré aún mejor. O me iré de marcha a la calle y volveré sobre esas horas.

martes, 24 de marzo de 2009

mammmma

Hoy llevo toda la mañana diciendo "mammmmma" y mi mamá está muy contenta, aunque yo no tenga ni idea de lo que estoy diciendo. Supongo que será porque la sensación de escuchar esa palabra por primera vez con mi vocecilla debe de ser algo especial.
Maaammmmma.... Maama.... mammmama...

lunes, 23 de marzo de 2009

la revisión de los seis meses

Hoy mis papás me han llevado a la revisión de los seis meses y, de tapadillo, también a que me vacunaran. Traidores, que son unos traidores.

Primero me han dejado en pelotas. Después, una señora muy simpática se ha dedicado a toquiñearme (creo que eso es algo que a algunos adultos macho les hubiera gustado bastante pero a mí, que soy bebé, no tanto) La señora me ha rodeado la cabeza con una cinta, me ha colocado sobre un cacharro del que se me salía medio cuerpo, me ha estirado mientras mi mamá me sujetaba para que estuviera quieto, quieto... Después ha venido otra señora (eso de las dos señoras también es algo que suele gustar a los adultos macho) y me ha mirado los ojos, los oídos, me ha obligado a abrir la boca a fuerza de meterme un palo, me ha tocado los huevos (en el sentido en el que gustaría a los adultos macho y en el sentido de molestarme a mí... aunque si al adulto macho de turno le gusta también lo del palo podría considerse adulto macho raro) Y, como colofón, la primera señora me ha pinchado en la pierna. Vamos, una maravilla, pero me he portado muy bien y casi no he llorado (¿será que de mayor voy a convertirme en un adulto macho de los raros?)

El resultado de todas esas pruebas ha sido que peso 8 kilos 400gr., mido 69 centímetros y, lo que más ha gustado a mi abuelo... que estoy en el percentil 95 de cabeza. Si me crece un poco más, entraré en el grupo de "casos raros". Va tener razón mi abuelo cuando dice que, cuando mi mami entre en una tienda y diga que quiere ver un gorro para el chico, la dependienta le va a decir: "yo también quiero, también..."

miércoles, 11 de marzo de 2009

mateo escapista

Definitivamente, mamá debería atarme en la hamaquita...


viernes, 6 de marzo de 2009

el chándal

Hoy mi mamá ha hecho su primer apaño como mamá, un apaño de esos que debe hacer alguna vez toda madre que se precie. Raúl (tío Oso) y Cristina me regalaron un chándal del Real Madrid como éste...

Y mi mamá lo ha "tuneado" (gracias por tu ayuda, Edhigy) hasta convertirlo... ¡en el súper chándal del león!:

Vale que los redoncheles son un poco irregulares pero, oye, ha quedado apañado, ¿no?

la papilla de cereales: segundo intento

Segundo intento e igualmente fallido como el primero. Esta vez mis papás pusieron la cámara a grabar, pero a mi papá se le olvidó darle al botoncito de REC y otra vez os vais a quedar sin verlo. Eso sí, mi mami, muy previsora, hizo una foto del resultado final:


martes, 3 de marzo de 2009

el pijama con pies

Esto es lo que pasó el día que estrené el pijama que me regalaron unos amigos de mis papás (José Manuel y Esther) Ahora ya me he dado por vencido...


sábado, 28 de febrero de 2009

ya tengo cinco meses

Ayer, 27 de febrero, cumpli cinco meses. Bueno, en realidad hace un cuarto de hora que los he cumplido porque nací a las doce menos cinco de la noche. Abulto que parece que tenga el doble, pero para otras cosas ando un poco más al ralentí, como para dormir. Vaya, que no le cojo el tino a eso de dormirme solo ni a dormir varias horas de un tirón. Espero que mis papás me tengan un poco más de paciencia y no me estivilicen a la primera de cambio. De momento, voy a aplicarme en lo de comer cereales para tenerlos un poco más contentos...

jueves, 26 de febrero de 2009

el efecto de los cereales

Ayer cené cereales por primera vez en mi vida (ver post anterior), alimento en el que mis papás tenían puestas sus esperanzas deseando que me hicieran dormir un poquito mejor. Bueno, podríamos decir que lo consiguieron hasta las 02.34 h., que fue cuando me desperté por primera vez. No está mal teniendo en cuenta la ínfima cantidad que debí de ingerir. Así que mis papás siguen manteniendo la fe. Esta noche, más.

miércoles, 25 de febrero de 2009

los cereales

Mis papás hoy me han dado papilla de cereales por primera vez. Se supone que tenía que empezar a los cinco meses y los cumplo el viernes, pero mis papás han pensado que dos días más o menos en mi vida no pesan tanto como la posibilidad de dormir mejor dos días más o menos en las suyas, que parece ser que los bebés que cenan cereales duermen mucho mejor. Así que, aprovechando que Edhigy me ha regalado una caja enorme de cereales sin gluten, cereales al canto para cenar.

Al principio me los han dado con el biberón pero, por mucho que chupaba, de ahí no caía apenas. Después me los han puesto en un platico y me los han dado con cuchara. Por cada cucharada que me metían en la boca se me caía media, y me lo he pasado pipa. He metido la mano en el plato dos o tres veces y he puesto el babero de tela perdido, y con él, el pijama. Al final me han colocado un babero de plástico y ha sido más divertido aún; ni biberón, ni cucharita ni tontadas: el babero entero a la boca y a relamer los restos de papilla. Visto el zancocho, mis padres han decidido volver al biberón tras un cambio de tetina.
A esas alturas, de los 150 ml de papilla iniciales quedaban unos 60, y la mayor parte de los 90 restantes andaban repartidos entre los baberos y los biberones, pero ya no he querido comer más porque con tanto trajín me he puesto como una moto y me he hecho caca, así que mis papás se han dado por vencidos y me han metido teta y un biberón de leche normal. Pero la poca papilla que he comido me ha sabido buena.

Ahora duermo como un bendito. A papá le ha costado poquísimo dormirme y no me he despertado ni una vez (aún), pero no sé si será cosa de los cereales o de que he terminado agotado. Mañana os cuento.

miércoles, 18 de febrero de 2009

mi repertorio de ruidos

Aquí va una recopilación de los sonidos que más hago. Sé hacer alguno más, como gruñir quejicosamente, pero como ese es muy feo mis papás nunca tienen ganas de grabarme cuando lo hago.



martes, 10 de febrero de 2009

domingo, 8 de febrero de 2009

el cine

Hoy mis papás han vuelto a ir al cine después de cuatro meses y medio de abstinencia. Antes de entrar, mi mamá ha bromeado con que igual se quedaban dormidos a los cinco minutos teniendo en cuenta el sueño que les hago pasar, pero al final han aguantado despiertos como machotes. Aunque estoy seguro de que si se hubieran dormido les habría parecido un plan perfecto para pasar un par de horas. Incluso pagando los seis euros que cuesta el cine.
Para ellos esta salida ha sido como una regresión, porque han ido a la sesión de las cinco y eso no lo hacían desde el colegio. Tenían curiosidad por saber qué tipo de gente va a esa sesión un domingo y la cosa ha quedado medianamente clara: familias con niños y gente como ellos, porque nada más entrar se han encontrado con Carmen y Carlos, unos amigos padres de dos niñas a las que también habían empaquetado con los abuelos.

miércoles, 4 de febrero de 2009

boca abajo

Esto es lo que pasa cuando mi papá se empeña en tenerme mucho rato boca abajo...


martes, 3 de febrero de 2009

mi primer escrito

El otro día, mi mamá me sentó en sus rodillas frente al teclado del ordenador y, nada más ver esa cosa llena de letras, me lancé hacia ella con mis manitas. Taca, taca, taca. Las teclas, además de hundirse, ¡hacían ruido! Para qué quería yo más. Mi mamá, viéndome tan entretenido, tuvo la idea de abrir un documento nuevo y dejar que volara mi creatividad literaria y... ¡tacháaaaan! Esto es lo que escribí en ese momento de inspiración:


< xf vg f vcc cyc

vvvvvvvvvvg minb d mjb cxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpc h cvvvvvv.... xxxxsssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss - +`ǭzd`PѨ009iiiiii9

ç´Ç`Ç+…a-P-c


Más o menos, lo mismo que digo con mi boquita. Mis papás se quedaron muy sorprendidos porque, entre cxxxxxx y sssssss, avanzaba página, metía mayúsculas, le daba a guardar (oye, que atinar a darle al Control y a la s a la vez tiene su aquel)... vamos, que me lo pasé pipa.

lunes, 2 de febrero de 2009

de compras

El sábado fui de compras con mis papás. Tienen que comprarse una cosa que se llama armario y fuimos a una tienda a que nos dijeran cuanto cuesta uno (por la cara que pusieron mis papás, una pasta). Yo estuve un rato en el capazo, otro rato en brazos de mamá y otro, en brazos de papá. Tanto ir de aquí para allá debió de sentarme un poco mal y, cuando ya nos íbamos, vomité. Nadie se dio cuenta y yo no dije nada pero mi mamá, que se fija en todo, descubrió la vomitina en la manga de papá y no se pudo callar.

- Vaya, ha vomitado un poquito (en realidad, la vomitina recorría toda la manga de la chaqueta de mi papá)
- Uy, pobrecito - dijo la señora de la tienda - No pasa nada, es un niño...
- Hombre, pues sí - dijo mi papá - Peor hubiera sido si hubiese sido un adulto.
- Y peor aún si encima hubiera estado borracho - apostilló mi mamá mientras limpiaba los restos de leche de la manga de mi papá con mi babero.

Yo no entendía nada, pero la señora de la tienda parecía estar aguantándose la risa.

viernes, 30 de enero de 2009

dos cosas nuevas

Hoy mis papás se han sorprendido por dos cosas que he hecho. Bueno, en realidad por una que he hecho y por una que no he hecho.

Todos los días pego patadas durante el baño, pero hoy no las he pegado, y eso a mi papá le ha llamado la atención. Mi papá, que tiene espíritu científico, está constantemente buscando, descartando y descubriendo pautas en mi conducta que yo, generalmente, le hago desechar al día siguiente. Ya sé que no es algo muy importante, pero seguro que mañana se fija en si pego patadas otra vez o no.

La cosa que he hecho ha sido comerme el molinillo del arco de actividades. Mis papás me tumban a veces en el suelo, sobre una mantita, y encima de mi cabeza colocan una especie de puente del que cuelgan juguetes. Normalmente, me dedico a pegarles mamporros, pero hoy he sido capaz de mover el puente hasta colocar la pata cerca de mi boca para poder mordisquear un molinillo que hay ahí. Porque lo que más me gusta últimamente es mordisquear cosas y hacer grrrrrrr.

me presento

Hola. Me llamo Mateo y soy un bebé. O, al menos, eso me han dicho. El día 27 cumplí cuatro meses y debo de ser muy grande porque todo el mundo se sorprende cuando mi mamá les dice el tiempo que tengo. Mis percentiles son 90-75-50. Los adultos tienen medidas y los bebés tenemos percentiles. 90 de cabeza, 75 de peso y 50 de altura. Antes estaba muy proporcionado y tenía 75 en todo, pero ahora soy más gordo que alto y, sobre todo, cabezudo.
A mi abuelo Enrique le hace mucha gracia eso de que sea cabezudo. Dice que no sabe qué pasará por mi cabeza pero que, sea lo que sea, tardará rato. Y también dice que como todo lo que haya dentro sea talento, voy a retirar a mis papás cuando sea mayor. Y que en clase me tendrán que poner detrás para no tapar la pizarra a los compañeros. Y que, cuando empiece a caminar, igual me desequilibro como los tentetiesos... y más cosas que ahora no recuerdo. Y cada vez que dice alguna de ellas, mi yaya Azucena se enfada. Y mi yaya Nieves porque no le oye, que si no también se enfadaría.

Todavía no sé sentarme, ni mucho menos gatear, y me llevan a todas partes en capazo. Cuando era más pequeño me llevaba mi papá colgado en una mochila, pero ahora parece ser que peso demasiado. No sé si 7 kilos son demasiado, igual sí. En la mochila iba de cine. Me dormía enseguida. Aunque en el capazo también me duermo. Yo realmente me duermo en cualquier sitio que se mueva. Y, claro, la cuna no se mueve. Y, entonces, en la cuna no me duermo. Eso creo que es lo que peor llevan mis papás: que no me sé dormir solo. Por eso me duermen en brazos. Y me cantan una nana que se inventó mi mamá. Bueno, tampoco se la inventó entera, sólo un trozo. Casi siempre me duerme papá, porque con mamá no me duermo. Ella se cree que no sabe dormirme, y eso le pone un poco triste, pero en realidad sí que sabe. Lo que pasa es que yo no me quiero dormir cuando me coge ella porque prefiero que lo haga papá, así se reparten las tareas. Reconozco que por la noche me duermo un poco tarde, pero yo no tengo la culpa. No sé dormirme antes de las once y media. Mis papás dicen que parece que la cuna tenga pinchos. Yo no sé lo que son los pinchos ni si hay en la cuna, sólo sé que antes de esa hora no tengo ganas de dormir. Y también es verdad que nunca me duermo a la primera. Igual me despierto dos o tres veces seguidas antes de quedarme dormido profundamente, y dos o tres veces que tiene mi padre que cogerme en brazos y volverme a dormir. Eso también les fastidia a mis papás, sobre todo a mi papá, que protesta porque nunca puede cenar de una vez y a esas horas está ya muerto de hambre.

Yo, comer, sí que como. Mucho. Especialmente por la noche. Creo que eso tampoco les gusta a mis papás, especialmente a mi mamá, que se tiene que levantar cuatro o cinco veces cada noche para darme de comer. Me coge en brazos, me coloca en la cama junto a ella y me da el pecho. Yo como y, al rato, me duermo. Mi papá se levanta menos, aunque el biberón de las siete y media me lo da siempre él para que mamá pueda descansar un poco. Pero poco, porque a las nueve menos cuarto como tarde me despierto del todo. Y, claro, mamá tiene que despertarse conmigo.

En fin, que yo sé que les dejo dormir poco y que me dedican casi todo el tiempo del día, pero también sé que disfrutan cuando jugamos y me río, cuando balbuceo, o cuando alargo mis manitas y les toco torpemente la cara. Ahí ya los tengo ganados. Y ellos a mí.